Las frutas del grupo de las drupas (al que pertenecen duraznos, ciruelas y damascos) tienen sustancias que no sólo ayudarían a frenar la multiplicación de las células cancerosas, sino que también generarían un retroceso de éstas, según un estudio elaborado por científicos del Texas AgriLife Research.

En la información publicada por el periódico mexicano El Universal, los expertos tomaron tejidos cancerosos asociados a tumores mamarios y sobre estos vertieron un extracto de durazno y ciruela roja, los que hicieron que las células enfermas disminuyeran drásticamente en cantidad.

El durazno es rico en carotenos y vitamina A; mientras que la ciruela roja posee gran cantidad de antocianinas.

La investigación no es conluyente, ya que debe verse aún si estos cambios también se generan en pacientes con una dieta rica en este tipo de frutas. Sin embargo, sus resultados son esperanzadores en el sentido de que los extractos sólo produjeron la muerte de las células cancerosas, mientras que las sanas no se vieron afectadas. Algo muy diferente a lo que ocurre con las actuales quimioterapias, que debilitan y envejecen prematuramente a los tejidos del cuerpo.