El 27F provocó "terremotos de hielo" en la Antártica
Un estudio del Georgia Institute of Technology detectó a través del complejos instrumentos las ondas sísmicas que llegaron al continente blanco.
Los sísmos no son una cosa rara en la Antártica. Secciones del desierto helado pueden experimentar cientos de micro-terremotos de una hora debido a la deformación del hielo. Algunos científicos los llaman icequakes (terremotos de hielo). Pero en marzo de 2010, las capas de hielo de la Antártica vibraron un poco más de lo habitual debido a que a unos 3 mil kilómetros de distancia había ocurrido un terremoto de 8,8 grados: nuestro famoso 27F.
Un nuevo estudio del Georgia Institute of Technology, publicado en la revista Nature Geoscience, es el primero en indicar que el suelo congelado de la Antártica es sensible a las ondas sísmicas de los terremotos lejanos. Para estudiar el impacto del terremoto en la Antártica, el equipo de Georgia Tech observó los datos sísmicos de 42 estaciones durante las seis horas antes y después del evento, que se inició a las 3:34 a.m del 27 de febrero de 2010. Los investigadores utilizaron la misma tecnología que les permitió "escuchar" la respuesta sísmica del devastador terremoto magnitud 9 que azotó a Japón en 2011 y que retumbó a través de la tierra. Casi el 30% (12 de las 42 estaciones) mostró clara evidencia de señales sísmicas de alta frecuencia a medida que la onda de superficie llegaba a la Antártica.
"Interpretamos estos eventos como pequeños icequakes, la mayoría de los cuales se desencadenaron durante o inmediatamente después del paso del largo período de las ondas Rayleigh generadas desde el sismo principal de Chile," dijo Zhigang Peng, profesor asociado en la Escuela de la Tierra y Ciencias Atmosféricas y que dirigió el estudio. Algunos de los icequakes eran ráfagas rápidas, de menos de un segundo, mientras que otros eran de larga duración, de hasta 10 segundos. Estos movimientos se produjeron en diversas partes del continente, incluidas estaciones sísmicas a lo largo de la costa y cerca del Polo Sur.
El estudio no investigó las posibles consecuencias de estas aperturas de grietas provocadas por los terremotos de hielo.
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