El círculo de Vespucio
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El proyecto de Vespucio Oriente sin incorporar el tramo de avenida Ossa no es una solución vial efectiva. Todo indica que habrá que construir algunos pasos sobre nivel en los principales cruces.</span></font>
COLON pensaba que había llegado a las Indias. Fue Américo Vespucio quien explicó, un tiempo después, que se trataba de un continente nuevo, el que llevaría su nombre a la larga. Vespucio fue quien se dio cuenta de que el círculo aún no se cerraba.
En Santiago estamos parecidos: no hemos podido cerrar el círculo de Vespucio. El reciente llamado a licitación por la concesión de Américo Vespucio Oriente (AVO), después de reiteradas postergaciones, será licitado sin incorporar el tramo correspondiente a avenida Ossa. La presencia del Metro en el subsuelo y una fuerte oposición de los vecinos en la superficie, ha hecho más compleja la solución de este trayecto, tanto que el MOP optó por dejarlo fuera de la solución vial propuesta.
Así como está no es solución. Todo indica que habrá -al menos- que construir algunos pasos sobre nivel (ojalá tarificados, para que sean financiados por los automovilistas) en los principales cruces, a fin de evitar un cuello de botella de dimensiones siderales.
Respecto del resto, el llamado a licitación de AVO constituye un avance, pues por fin se destraba uno de los proyectos viales más necesarios para la ciudad, cuya dilación significa una fuerte pérdida social por la congestión, y su impacto en la calidad de vida. También es positivo que se haya decidido realizar la obra de manera subterránea, a fin de preservar el parque, y por la forma menos onerosa de hacerlo, mediante una trinchera cubierta.
Sin embargo, el proyecto a licitar contempla sólo dos pistas por superficie. Con tal de convencer a los alcaldes -verdaderos señores feudales- el MOP decidió reducir de tres a dos las pistas no tarificadas. Esto busca ampliar el parque actual, pero al costo de impedir la implementación de corredores segregados de transporte público.
Desarrollar un proyecto de esta magnitud sin considerar pistas para buses constituye un crimen. El parque automotor crece exponencialmente y si sólo construimos infraestructura para el automóvil, el futuro será de mayor congestión que la situación actual. Si el proyecto lograse incorporar corredores de buses, en cambio, se cumpliría con un doble propósito: ampliar la infraestructura, financiada principalmente por los automovilistas, y promover el transporte público, disminuyendo tiempos de viaje para la mayoría de la gente.
El proyecto contempla una "reserva de faja" que podría ser utilizada por un tranvía en el futuro. No queda claro quién lo va a operar, cómo, dónde estarán los talleres, ni miles de interrogantes de ese tipo. Los tranvías, por lo demás, son ineficientes, tienen altos niveles de evasión e implicaría un transbordo adicional para los usuarios de buses.
Los corredores segregados, en cambio, evitan nuevos transbordos, son más baratos y mejoran las velocidades de los buses, haciéndolos más competitivos respecto del automóvil. Al menos eso dice la teoría. En nuestra ciudad, por problemas de diseño, los corredores no han obtenido los objetivos buscados. Son invasivos, caros, y en general, sólo se han hecho por tramos.
Es el momento de darles a los corredores de buses una nueva oportunidad. La concesión de AVO no puede ser una autopista sólo para los automovilistas. Menos aún si se contempla -como será el caso- destinar recursos públicos para su construcción.
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