Histórico

El desconocido liceo técnico de La Florida que fue premiado por la Ocde

Seis colegios fueron destacados a nivel mundial por arquitectura dedicada a la enseñanza.

Una década atrás, la avenida La Florida, a la altura del 6000, era un sitio baldío. La maleza que crecía alimentada por el zanjón de la Aguada, se mezclaba con los escombros del aluvión de 1993. Hoy el lugar es otro. Luce uno de los colegios municipales más innovadores del país en cuanto a su arquitectura educacional. Se trata del Liceo Técnico Profesional de La Florida, inaugurado en 2007.

El establecimiento, junto a otros seis de Japón, Austria, México, Estados Unidos y Africa, acaba de ser distinguido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), de entre 166 proyectos, gracias al diálogo entre su arquitectura dedicada a la educación y la calidad y funcionalidad del liceo.

Con ello, se corona un sueño que comenzó a gestarse en 2002, cuando la Corporación Municipal de la Florida, canalizó más de 11 mil firmas de vecinos que demandaban más educación técnico-profesional y herramientas para una población con elevados índices de pobreza y carentes de competencias para insertarse en el mundo laboral.

Cada cinco años, la Ocde convoca a los mejores proyectos en esta materia en el mundo. Chile postuló cinco iniciativas en 2010, pero fue el colegio floridano el que se impuso en las categorías de innovación en el diseño, adecuación al propósito, sustentabilidad y seguridad. De paso, se ganó el derecho a aparecer en un libro publicado por el organismo que fue lanzado el jueves en París.

El "barco" como le llaman los alumnos, dada su estructura ovalada, está concebido como un caracol. Es un sistema de rampas en espiral que ayuda a la interconexión, pues todos los espacios conducen siempre al hall central cuyo techo está abierto. Esta característica permite que la luz llegue a todos los rincones del establecimiento generando una atmósfera de tranquilidad valorada por toda la comunidad educativa. Puentes y pasillos ayudan a acortar distancias para llegar de un taller a otro. "Nadie llega con pereza, la arquitectura nos da la paz necesaria para la práctica pedagógica", dice Jimena Sánchez, directora del liceo.

Además, en la distribución de las salas a lo largo del caracol los cursos más chicos están mezclados con los más grandes, lo que ha mejorado la convivencia. "Los más chicos conviven sin problemas con los más grandes", relata Pedro Yáñez, alumno de cuarto medio, quien se especializa en gastronomía. Cuenta que uno de los días más emocionante de su vida fue llegar al liceo. "Venía de un colegio chico y feo. Acá hay mucha paz; sus ventanas y el ojo en el techo del patio nos da espacio para imaginar y pensar. Cuando la casa es linda dan más ganas de llegar a ella", dice.

El director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (Ceppe), Cristian Cox, quien fue el encargado de mostrar el colegio en Francia, explica que el proyecto se realizó con los recursos de inversión de la Jornada Escolar Completa (JEC), donde él participó activamente. El Mineduc asigna recursos para la construcción de colegios, mediante concursos públicos, donde la idea, dice, es reemplazar los edificios estándar por otros donde participe la comunidad y el Colegio de Arquitectos, que actúa como jurado a la hora de adjudicar las obras.

"La mejor arquitectura escolar es la que inspira a profesores y alumnos. A eso debe aspirar la educación chilena", dice Cox.

Para el estudio Marsino Arquitectos, a cargo del proyecto, la distinción de la Ocde "es un gran reconocimiento que muestra que el nivel de la arquitectura educacional chilena está a nivel mundial".

MAS RECURSOS
El liceo, que atiende alumnos de primero a cuarto medio (con un 70% de vulnerabilidad) está tomado. Los estudiantes valoran las instalaciones, pero reclaman por más recursos para implementar los talleres de turismo, hotelería, gastronomía y párvulos, ya que los insumos para trabajar deben ser financiados por los propios alumnos. Algo no menor, considerando que el 70% de ellos es vulnerable.

"Hacemos rifas para autofinanciarnos. La única fuente de ingreso son los $ 270 mil que paga de arriendo la señora del quiosco, con eso tenemos que hacer milagros", explica Nicolás Cuevas, de hotelería.

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