Histórico

El estigma que persigue a Capitano

Siempre pasa lo mismo. Cada vez que el rendimiento de la U es bajo, su nombre vuelve a estar en boca de todos. Cada vez que el equipo falla, desentierran la historia de aquel maldito semestre de 2007.

Pocos se atreverían a afirmar que ese tipo canoso que camina hoy sereno por las calles de Guayaquil, dicta charlas técnicas para multitudes, es abordado por séquitos de admiradores y se dispone a poner en marcha un proyecto para futbolizar a más de 8.000 niños de la provincia del Guayas, es el mismo que un caluroso día de diciembre del año 2006 aterrizó en Santiago para convertirse en el nuevo técnico de la U.  Su nombre, Salvador Capitano, se pronuncia igual en Ecuador que en Chile, pero significa cosas muy diferentes.

“Yo lo conocía de mi paso por Independiente, de cuando él dirigía al equipo reserva. La U, en esa época, acababa de entrar en quiebra y veníamos de una reestructuración total del plantel. Teníamos mucho ingenio, mucho convencimiento y muy poco dinero”, contextualiza, a modo de introducción, el principal artífice de la llegada del estratega argentino a la banca de la escuadra azul, el entonces gerente deportivo del club, Sergio Vargas. “Cuando llegó el momento de decidir, nos acabamos decantando por Capitano por su trayectoria. Era de la escuela del Indio Solari, había sido ayudante técnico en el Mundial de Estados Unidos, había dirigido en México y en Argentina y había sido tricampeón en Ecuador”, prosigue el mítico ex cancerbero.

Dadas las delicadas circunstancias que atravesaba la institución en los albores del Apertura 2007 -una entidad en manos del síndico José Manuel Edwards y “sin plata a veces ni para pintar la cancha”, como rememora Vargas- la opción de Capitano no parecía, a primera vista, una apuesta demasiado arriesgada.  “El recuerdo, en general, es medio confuso, porque en esa época era muy inestable todo. Estaba el síndico, me acuerdo, yo estaba dando mis primeros pasos en el primer equipo y él fue uno de los que me dio oportunidades. Era una U muy diferente de la de ahora”, complementa el ex delantero del cuadro estudiantil Nicolás Medina, hoy en San Marcos  de Arica.

Seis fechas interminables

Con ocho o nueve caras nuevas en el plantel, resultaba muy difícil vaticinar cuál sería la suerte de la U en el torneo, pero lo que nadie podía imaginar entonces era que los apenas cuatro meses que habría de durar Capitano en el cargo darían para tanto. Seis fechas. Tan sólo hicieron falta seis fechas para construir un mito e inmortalizar su leyenda. Un triunfo, dos empates y tres derrotas precipitaron la fulminante dimisión del técnico rosarino, que pasó a convertirse a partir de entonces en el perfecto antihéroe de la banca azul, en una especie de DT maldito, una suerte de referente del bajo rendimiento. Calificativos, claro, de los que su protagonista no duda en defenderse: “Yo llegué porque Sergio Vargas me comentó que el equipo estaba sin entrenador. No todos querían en ese momento tomar la U, pero era un equipo grande y yo creí que podía ayudar a mejorar las cosas”, comienza a relatar desde Durán (Ecuador), el estratega trasandino.

“Me gustaría que la gente analizase lo sucedido. No me molesta que mi nombre aparezca cada vez que hablan de un mal rendimiento de la U, porque mi etapa allí no fue buena, pero creo que no es justo, porque si no lo fue, no fue por cosas de uno sino por la situación que entonces vivía el club. Yo, en todo caso, no estoy arrepentido de haber ido a la U, porque es un grande de América ”, agrega el entrenador de 61 años, designado mejor técnico del fútbol ecuatoriano hasta en tres ocasiones y campeón nacional, también por partida triple, en la dirección de los dos grandes clubes de Guayaquil, Emelec y Barcelona.

Un currículum que, tras su aciago paso por la disciplina laica, no  consiguió impresionar a la hinchada azul ni disuadirla de la estigmatización de la que fue objeto después el argentino: “Ayer lo hablaba precisamente con un amigo, que cada vez que a la U le empieza a ir mal, aparece por todos lados el nombre de Capitano. Es una pena porque probablemente él no dimensiona lo estigmatizado que está en Chile”, reconoce Superman Vargas, sin poder contener una bienintencionada carcajada. Para más tarde agregar: “Es bastante injusto porque en la etapa de Azul Azul hubo otros técnicos que también fueron un fracaso, como (José) Basualdo, (Darío) Franco o el Fanstasma Figueroa, y Capitano costó un 10% de lo que costaron ellos”.

El mentor de Beccacece

Durante los dos peores semestres de Lasarte en la U, el nombre del preparador argentino salió a relucir. “El peor inicio de la U, desde Capitano”, rezaron los titulares de 2015 en el Clausura y luego en el Apertura.  Ahora, con las mismas fechas disputadas que bastaron a la dirigencia para poner en la guillotina a Salvador en 2007 -seis- y sólo dos puntos más, el futuro del actual entrenador estudiantil, Sebastián Beccacece, está ya en entredicho. Tal vez por eso Don Capi, como conocen también al veterano DT, no titubea a la hora de demandar paciencia para el técnico debutante, al que conoce, por cierto, desde hace ya algún tiempo:  “Yo a Beccacece lo conozco bien, porque yo lo llevé al club Renato Cesarini y fue allí donde él conoció a Sampaoli, con el que luego tuvo una relación tan exitosa. Y es un tipo que se ha preparado muchísimo y  que estaba ya en el momento de dirigir a un equipo grande como la U. Lo único que necesita es tiempo para imponer su estilo, pero no es fácil porque la hinchada de la U es una hinchada exigente”.

Capitano no dirige desde julio del pasado año, cuando se desvinculó por última vez del modesto Sarmiento de Resistencia argentino, pero quien no descarta volver a dirigir en el corto plazo. Ni tampoco regresar a Chile. “A esta altura de mi vida, me gustaría poder volver a dirigir a algún club en Chile. No necesariamente a la U, pero me gustaría. Creo que con tiempo para trabajar las cosas podrían ir mucho mejor”, concluye, orgulloso y con un punto de sarcasmo en sus palabras, el vilipendiado entrenador. Salvador Capitano, un villano de leyenda. b

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