Rafael Nadal dice que en este Masters de Londres no tenía la más mínima intención de arrebatar el número uno a Roger Federer. Por lo mismo, aseguraba que tampoco estaba para ganar el torneo. Nadal dice tantas cosas, que al final todas las cumple... y más aún: de los ocho tenistas que jugaron el campeonato, el manacorense fue el peor: fue el único incapaz en ganar un set.

Si bien sería un despropósito hablar de una "crisis" del español, considerando que ya lleva cuatro años entre el "1" y "2" del mundo, sí hay antecedentes de su desgano, motivado no sólo por sus lesiones en las rodillas, espalda y abdomen, sino que principalmente por el golpe que le significó la separación de sus padres, Sebastià y Aina María, a quienes se les vio por última vez juntos en público en el momento más sublime del jugador: cuando ganó Wimbledon 2008 y catapultó su ascenso al liderato.

Su tío y entrenador, Toni, ya no evita reconocer lo que era un secreto a voces. "Rafael es muy familiar y se preocupa por los problemas que ha tenido. El tenis tiene su importancia, pero no lo es más importante de su vida. Cambiaría sus victorias para que su familia esté bien. Le ha afectado (la separación de sus papás), pero hay que vivir con esto".

Mal momento. Hasta sus compañeros de profesión no han dudado en criticar su juego, pese a la evidencia de sus logros. Fue el caso del ruso Nikolay Davydenko, quien se sinceró diciendo que "está claro que él juega con el físico. No veo nada que pueda hacer sin eso, porque no tiene saque ni volea". El ruso, no por nada, le ha ganado los últimos cuatro enfrentamientos.

Existen datos categóricos para explicar este bajón en 2009, un antes y un después que tiene como punto de referencia Roland Garros, cuando cayó en octavos de final ante Robin Söderling, uno que lo volvió a vencer ahora en Londres.

Hasta antes de Madrid (segunda semana de mayo), por ejemplo, tenía un récord ante los top ten de 14-1.  De ahí en adelante, todo cambiaría, pues lleva un registro en contra de 9-1 ante ese selcto grupo de jugadores. Hoy, no sólo perdió la opción de desbancar a Federer, sino que además corre el riesgo de regresar a la casilla número tres, si es que Novak Djokovic ganaba el campeonato.

¿Y qué dice "Rafa"? "Tengo que aceptar la situación. Me falta ese plus de tranquilidad y de confianza para ganar".

Nadal ya tomó decisiones para evitar un desclabro mayor: después de la final de Copa Davis no jugará exhibiciones y extenderá sus vacaciones. Ahora lo acompaña su polola, quizás para minimizar el dolor de no disfrutar junto a una familia feliz.