Histórico

El magistral regreso a las tablas de Nicole Kidman

Tras 17 años alejada de las tablas, la actriz ganadora del Oscar deslumbró a la crítica londinense con su papel de la científica británica Rosalind Franklin, en Photograph 51.

El escenario luce como un silencioso laboratorio. Media docena de hombres de delantal blanco dominan el espacio, buscando incansablemente dar con un hallazgo que revolucionará la ciencia de mediados de siglo pasado. De pronto, la única mujer entre todos ellos, Rosalind Franklin, será la joven científica británica que pasará a la historia por capturar por primera vez, y en una sola imagen, la identificación de la estructura del ADN. Morirá en febrero de 1958, a la corta edad de 38 años. Durante un viaje a Nueva York, dos años antes de radicarse allí, su salud le advierte que algo extraño ocurre. Llegaría a creer que estaba embarazada, pero los médicos lo descartan de plano. No lo está ni estará. Mientras, dos tumores mortales crecían en su vientre. 

Hace 17 años que Nicole Kidman no pisaba las tablas. La última vez fue en 1998, en The blue room, una adaptación moderna del dramaturgo David Hare del título erótico La Ronde. Su interpretación, descrita por el Daily Telegraph como "Puro viagra teatral", se convirtió en uno de los aciertos de la temporada y la consagración escénica de la actriz ganadora del Oscar. Ahora, con 48 años, Kidman vuelve en Photograph 51, escrita por Anna Ziegler y dirigida por Michael Grandage, en la piel de la química y cristalógrafa británica inglesa que en 1953 se apropió de uno de los mayores avances científicos del siglo XX, logrando "fotografiar" la doble hélice de la molécula que contiene las instrucciones genéticas. Sin embargo, varias décadas pasarían antes que la científica obtuviese el reconocimiento que merecía, y hasta entonces permaneció relegada por el machismo de su profesión. Cuatro años después de su muerte, en 1958, sus compañeros de investigación Francis Crik, James Watson y Maurice Wilkins recibieron el Premio Nobel.

Serán 12 semanas de temporada en el Teatro Noel Coward, en Londres, hasta el 21 de noviembre. Tras su debut del pasado martes, la crítica volvió a elogiar su impecable trabajo en escena. La propia actriz explicó previo al estreno que le atrajo de la obra la reivindicación que supone de esta y otras figuras de mujeres relegadas en sus campos por razones de género, aunque sobre todo se embarcó en el proyecto a modo de homenaje a su padre, el bioquímico Antony Kidman, fallecido hace un año. "Si no era ahora, no lo habría hecho nunca", admitía sobre el nuevo reto teatral que le convenció de abandonar su plácida residencia en Nashville (Estados Unidos) junto a su marido, el cantante de country Keith Urban.

No fue en vano. Su actuación fue calificada por The Guardian como "inteligente y luminosa", y Michael Billington, crítico del diario, solo lamentaba que la obra "no durase más tiempo". Por su parte, The Daily Telegraph afirmó que la interpretación de la canadiense "consiguió de nuevo mantener al público cautivo", mientras que The Independent defendió que "Kidman capturó de forma bella" la esencia de la científica.

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