Desde hace seis meses que Juan Ignacio Rodríguez (35) y María Caballero (35) estaban programado su matrimonio, cuya celebración se realizaría el sábado pasado, en pleno borde costero, frente al sector de Recreo en Viña del Mar.

Cuando conocieron el pronóstico de las marejadas, llamaron al Círculo de Aviación Naval, lugar donde se realizaría la ceremonia, para confirmar si se podía llevar a cabo.

“Aguantaba bien”, fue la respuesta y la celebración siguió en pie. Esto, hasta las 8.30 del sábado, cuando Juan Ignacio recibió el llamado del banquetero, informando que la ceremonia, agendada a las 14 horas, estaba suspendida: el espacio estaba inundado y lo que era peor, el mar se había llevado todos los preparativos.

“El decorado, la comida y las bebidas. Todo estaba ahí. Mi hermano fue a ver qué se podía rescatar y no sólo estaba inundado: estaba destruido, todo nuestro matrimonio entre olas, rocas y barro, no se pudo recuperar nada”, relata Rodríguez.

Ante ese escenario, las alternativas eran dos: dar por fracasada la celebración o improvisar. “Fue poco el tiempo del shock, porque nos pusimos a organizar rápidamente entre ambas familias: nos tuvimos que venir a mi casa, entre todos cocinaron, el propio banquetero me ayudó con todo, salieron los clásicos canapés de jamón, fui a comprar alcohol, me vestí y fui por la oficial del Registro Civil, ni me afeité, fue todo tan rápido, sin tiempo para detalles”, relata el novio.

En el cerro, sector Recreo, llegaron los 50 invitados, quienes no permitieron que el sueño de Juan y María se hundiera: bailaron hasta las 4.00 de la mañana, con lluvia, viento y a la vista del salón destruido por el mar.

“Estamos felices, porque resultó mejor, llegó todos los que tenían que estar, no sentí que perdí dinero y también nos salvamos, porque nuestro matrimonio pudo haber sido la peor tragedia del temporal”, agrega Rodríguez.