El origen del ADN de los chilenos

Científicos que han trabajado en los últimos estudios que buscan develar la genética local, coinciden en que tenemos genes amerindios, europeos y africanos .




Los chilenos  no sólo tienen ADN amerindio, sino que también son en parte europeos y africanos, según han concluido tres estudios realizados por distintos grupos de investigación en Chile.

“En promedio los chilenos mestizos tenemos 53% de genes europeos, 45% de amerindios y 2% a 3% de origen africano”, dice la investigadora Lucía Cifuentes Ovalle del programa Chile Genómico, que estudió a 3.200 chilenos y que incluso indagó la genética por grupos socioeconómicos.

Estos porcentajes son resultados de sucesivas oleadas migratorias. La primera es la llegada de poblaciones a Monte Verde hace 14.500 años, cerca de Puerto Montt. Luego fue el turno de los españoles tras el descubrimiento de América,  que además incluyó a esclavos africanos y a otros europeos.

Chile Genómico también realizó un análisis genético por nivel socioeconómico. El  grupo ABC1 posee un 40% promedio de genes amerindios, el C2 un 44% y el C3, 48%. Mientras que el D y E, un 54%. Aunque la dispersión en cada grupo en amplia, por ejemplo, en el ABC1, los rangos van entre un 4% y 75% de genes amerindios.

Según Cifuentes, el mayor mestizaje en nuestro país ya tuvo lugar hace 500 años, hace unas 10 generaciones.

“Esa magnitud de mezcla no se va a reproducir nunca, fue la principal. Todo lo demás es más pequeño, pero sin duda aunque sea más pequeño a lo largo del tiempo, tienen que pasar generaciones para que genéticamente comience a visualizarse los efectos de la mezcla”, explica.

La investigadora señala que el mestizaje es un proceso positivo porque la diversidad genética es un plus.  “El patrimonio biológico de una población es todavía mejor calidad mientras más variable sea, porque mientras más variabilidad genética haya en una población está mejor preparada para adaptarse a cambios de cualquier tipo”, explica.

Impacto acotado

Macarena Fuentes-Guajardo, investigadora del proyecto internacinal Candela, que buscó determinar la acentría de los chilenos, señala que hoy el efecto es más localizado, debido a que la población receptora  es muchísimo más grande que el grupo de extranjeros que llegan al país, y las condiciones no son las mismas que cuando se produjo la llegada de los españoles a partir de 1492.

“Durante esa oleada migratoria, los nativos americanos estaban en “desventaja” debido a que adquirieron enfemedades para las cuales no estaban preparados inmunológicamente hablando, fueron asesinados, el número no era tan grande, entre otras razones. Por lo tanto, no se podría comparar con lo que ocurre actualmente. Obviamente al ocurrir una mezcla habrá una contribución de ADN “inmigrante”, pero no al mismo nivel”, aclara.

Susana Eyheramendy, investigadora del Departamento de Estadística de la U. Católica y una de las autoras del estudio “Caracterización genética de los chilenos refleja patrones históricos de inmigración” publicado este año junto a la U. del Desarrollo en la revista Nature Communications, explica que la inmigración actual tendrá un impacto  acotado y focalizado en las ciudades con más extranjeros, que ya traen mezclas genéticas existentes. “Si llegara un grupo de africanos sería significativo”, dice la investigadora, que señala que este tipo de estudios sirven para desarrollar estrategias más focalizadas para tratar enfermedades.

Hay consenso en las especialistas en que la que la variabilidad genética es positiva. “Por ejemplo, en algunas poblaciones de Africa se han visto algunos individuos genéticamente resistentes al sida, si ellos inmigraran a nuestro país y se mezclaran con nosotros sería un gran aporte”, agrega Cifuentes.

Francisco Rothhammer, reconocido investigador de genética de las poblaciones en Chile y que estuvo a la cabeza del proyecto Candela, dice que existen muchos prejuicios sobre el aporte genético de una población a otra, como por ejemplo que los genes africanos son incompatibles o desventajosos, lo que no tiene sustento científico. “Así como hay enfermedades prevalentes en la población africana, también las hay en las europeas”, dice. “Por eso era importante hacer este análisis a nivel nacional para terminar con estos prejuicios”.

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