¿En qué consiste la Concertación?
<div>Para volver al poder, necesita rearmarse y no es fácil cuando la definición sigue pendiente: en qué cree la Concertación.</div><div><br></div>
LA CONCERTACION está viviendo su crisis: se habla de ultimátum, y hay amenazas de marginarse del conglomerado o invitaciones a hacerlo, todo en formas más o menos veladas. Si el debate es quién se queda, se va o incorpora, la regla básica sería saber en qué consiste como grupo político -en qué cree- y según eso se tendrían que adoptar las decisiones. Para una alianza que ha sido exitosa, que mantuvo firmemente el poder por 20 años, debiera estar muy claro, pero no lo está y -más importante aún- nunca lo ha estado.
Históricamente nació para oponerse a la perpetuación del gobierno militar, no por creer en un conjunto de ideas y políticas comunes. Más aún, se pospusieron las diferencias para lograr ese objetivo. Al final aglutinó estar contra algo, no ser algo.
Cuando se acabó el gobierno militar, vino la oportunidad de ejercer el poder, lo que también justificó no resolver las diferencias. Incluso, por razones de prudencia y porque comenzaba a mostrar frutos, se adoptó y mantuvo el modelo económico y social que heredaron, a pesar de no ser propio de la DC ni la izquierda, sino de la derecha; y a pesar que una sensación estomacal impulsaba siempre a echarlo por la borda. Hacia allá apuntaban los "autoflagelantes", que eran mayoría, pero los pragmáticos y tecnócratas impidieron siempre decisiones poco prudentes: a lo más ajustes y correcciones.
Veinte años desgastan y perdieron el poder. Para volver a él, necesitan rearmarse y no es fácil cuando la definición del primer día sigue pendiente: en qué cree la Concertación. La paradoja es que fueron exitosos y no se comprenderían esos 20 años -base de una oferta creíble a la gente- sin el famoso modelo, el mismo que muchos nunca tragaron demasiado. Abrir el conglomerado al PC y otros sectores ultra, como pretende la izquierda progresista -en esta ocasión el PS no califica así-, pasa por desecharlo, lo que constituiría una contradicción con lo que ha sido la Concertación.
Tratan de hallar nuevamente un aglutinante, esquivando las definiciones complejas. Por ejemplo, el pasado. El PPD formula su emplazamiento y acuerdan como fecha para dirimir el conflicto el 5 de octubre, que, aparte de ser un plazo muy corto para la cuestión de fondo envuelta, no es más que recurrir a una efeméride de la lucha de los 80, que a estas alturas entusiasma a muy pocos (la abrumadora mayoría de los alumnos en paro no había nacido para el plebiscito). También consigna la prensa de la semana que diputados DC han encargado a uno de sus pares preparar un documento, quien estaría trabajando sobre la idea de resucitar la "asamblea de la civilidad", otro fósil de la misma época y que más de un recuerdo amargo debe haber traído a Gabriel Valdés. O bien planteándose en contra de algo: la presidenta del PPD habló de "convergencia opositora" -que por definición es ajena a un plan de gobierno- y otros de oponerse a la derecha o simplemente "a Piñera".
Las fuerzas políticas creen en algo y tienen una propuesta de cómo llevarlo a cabo, no son una forma de oponerse a otros; en el largo plazo eso no funciona. Ha llegado el momento que la Concertación defina lo que es y lo que quiere, y no se advierte que le vaya a salir sencillo. Nunca lo fue.
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