Histórico

Encuentran sepultura de chamán Diaguita en La Serena

Expertos aseguran que se trata del contexto mejor preservado hallado hasta ahora en el lugar.

Un hallazgo extraordinario realizaron los arqueólogos que trabajan en el sitio El Olivar, ubicado en la salida norte de la ciudad de La Serena, luego de encontrar la sepultura de un individuo que pudo desempeñar el rol de chamán entre los Diaguitas que alguna vivieron en la zona.

Los detalles muestran instrumentos de hueso, como cucharas y espátulas, alguna de ellas con tallados antropomorfos en el extremo del mango.

“Es el segundo contexto de este tipo que encontramos en el sitio, pero este está mejor preservado y sólo los instrumentos de éste presentan los tallados en el mango. Además, este presenta dos valvas de molusco pulidas, aparentemente de ostión, las cuales se piensa, eran empleadas como recipientes para el consumo de sustancias psicotrópicas”, dijo el arqueólogo Gabriel Cantarutti.

El experto quien, junto a la arqueóloga Paola González lidera el equipo de más de 70 profesionales que trabajan en el lugar, destacó la relevancia que tiene este hallazgo para la región y el país.

“El hallazgo es relevante por distintas razones. En primer lugar, se trata de una de los pocos contextos bien registrados con la presencia de estos objetos en el valle y en el resto de la región. Los instrumentos, por analogía con contextos similares de la zona de San Pedro de Atacama, se interpretan como instrumentos empleados en el consumo, o al menos manipulación de sustancias psicotrópicas (posiblemente sustancias vegetales de zonas subtropicales, obtenidas por contacto con otras poblaciones) que le permitían a especialistas religiosos, conocidos como chamanes, alterar su estados de conciencia y establecer comunicación con fuerzas sobrenaturales, en beneficio de la comunidad”, afirmó.

La sepultura es de un individuo masculino Diaguita, de tiempo preincaicos (1100 a 1450 d.C.), pero futuros fechados absolutos (Carbono 14) permitirán confirmar esta presunción.

“Al momento de morir, debió tener entre 35 y 50 años. Será interesante evaluar su condición física y compararla con la de otros individuos enterrados en el sitio, para ver si esta hipótesis encuentra sustentación sobre otra base de evidencias. Por ejemplo, es posible que sus atributos esqueletales revelen que no ejercía actividades físicas que gatillaran desarrollo muscular importante, llevando un estilo de vida más sedentario”, indicó el arqueólogo Gabriel Cantarutti.

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