Histórico

Estudio de un toro, la última inspiración de Francis Bacon

Tras once años de investigación, el historiador de arte Thomas Harrison encontró el último trabajo del pintor irlandés: un lienzo de dos metros de altura que fue hecho un año antes de su muerte en Madrid, y que retrata una de sus mayores obsesiones.

Los últimos años de su vida, Francis Bacon, el pintor que hizo del cuerpo y su deformidad un arte, los vivió en Madrid, hasta que un paro cardiaco terminó con él aquel 28 de abril de 1992. Tuvo una conexión personal con España: en su epílogo vivió su último romance con un madrileño, en un momento dijo que querer pintar como Velázquez, pero con la textura de la piel de un rinoceronte; la muerte de su amigo George Dyer despertó en él un gran interés por la poesía de Federico García Lorca. Y algo más: la monja que lo atendió y cuidó hasta el último suspiro, sin saber nada de él, lo describió como “un hombre que amaba la soledad y pintaba toros”.

Y es que en más de una ocasión, el pintor irlandés mostró su admiración por los toros. "Si uno ha visto alguna vez una corrida, no la olvidas jamás", dijo en una oportunidad. Y sería este animal el protagonista de la última obra que realizó en su vida: Un lienzo de dos metros de altura llamado Estudio de un toro.

Tras once años de investigación, y después de hallar más de 584 trabajos de Bacon, el historiador de arte Thomas Harrison dio con esta inédita pieza luego de haber revisado una pequeña imagen en blanco y negro de la obra en los registros de la galería de arte londinense Marloborough. Finalmente dio con el paradero de la obra, que estaba resguardada en el hogar de una familia inglesa.

Los dueños estuvieron de acuerdo en hacer un préstamo para que sea exhibida en el Foro Grimaldi de Mónaco entre julio y septiembre, y a finales de ese mes se podrá ver en el Museo Guggenheim de Bilbao, hasta enero de 2017.  En una entrevista a The Guardian, Harrison alabó esta obra y aseguró que Bacon la pintó sabiendo que iba a morir, “Estaba listo para rendirse... Estaba tan enfermo. ¿Está el toro entrando en algún lugar? ¿Está retrocediendo ante algo o alguien?”, dijo el investigador.

Bacon no tocó ni la mitad del lienzo, por donde asoma un toro como entre la niebla. El artista habría añadido polvo de su estudio en South Kensington justo debajo del animal. Esta sería, según Harrison, otra referencia a la muerte: "El polvo es eterno. Después de todo, regresamos al polvo. Que haya utilizado este material, a mí me conmueve", opina.

Nacido en Dublín, Irlanda, en 1909, Bacon tuvo una vida llena de tormentos: un padre veterano de guerra que aborrecía su homosexualidad; sufría de asma crónica y dos amantes suyos se suicidaron. Entre sus grandes trabajos está Tres estudios de figuras al pie de una crucifixión (1944),  una de las obras más inquietantes del siglo pasado y que fue su punto de inflexión y predilección por el tríptico, el formato que le dio un sello personal. Luego, en 1949, comienza su serie de versiones sobre el Retrato de Inocencio X de Velázquez, que marcó un momento clave en su obra y donde se reúnen los conceptos sobre la angustia y la expresión atormentada de sus personajes.

Como fiel admirador de Pablo Picasso, Bacon se caracterizó por explorar el lado más retorcido del alma: también fue denominado como parte del movimiento Arte Neofigurativo, una tendencia de la posguerra que retoma la figura humana y a la vez la distorsiona. A pesar de que su legado tiene un reconocimiento mundial, también hay algunos que reniegan de sus obras. Un caso emblemático fue Margaret Thatcher, ex Primer Ministro de Reino Unido, quien la describió como “asquerosos trozos de carne”.

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