El experimento en Estados Unidos que comprobó la abismante brecha de género en el trabajo

pisa-bbc2-820x461

Un supervisor decidió intercambiar dos semanas su cuenta de correo con la de una de las empleadas, y descubrió un cambio de conducta en los clientes que lo dejó sorprendido. Su historia se transformó en viral en las redes sociales.




"Aquí les dejo una pequeña historia de la vez en que Nicky me enseñó cuán imposible es para las mujeres profesionales conseguir el respeto que merece". Quizás Martin Schneider, un profesional de Pennsylvania, Estados Unidos, jamás imaginó que su cadena de tuits un día después del Día Internacional de la Mujer se viralizaría y llegaría a otros países.

Porque Schneider, quien trabajaba como supervisor en su empleo, contó un relato en que dejó en evidencia las diferencias que enfrentan hombres y mujeres para realizar su labor todos los días. Pero no lo podría haber hecho sin un sorprendente experimento laboral: un secreto intercambio de roles.

"Nicole y yo trabajábamos para una pequeña agencia de empleo y siempre venía una queja desde nuestro jefe: ella se demoraba mucho en trabajar con los clientes", comenzó Schneider. "Como su supervisor, consideraba esto como un detalle menor, y me imaginé que el motivo por el que yo conseguía hacer las cosas más rápido era por tener mayor experiencia".

"Pero un día, yo estaba intercambiando correos con un cliente sobre su currículum y él se estaba comportando de una manera imposible: era maleducado, despectivo, ignoraba mis preguntas, me decía que sus métodos eran el estándar de la industria (que no lo eran) y que yo no podía entender los términos que él ocupaba (yo podía)", continuó el relato, añadiendo que era alguien del mundo del entretenimiento, "un área que yo conocía muy bien".

"Me estaba aburriendo de su actitud cuando noté algo", agregó Schneider, para dar paso a la sorpresa. "Gracias a que teníamos una carpeta de correos compartida, yo había estado firmando todas mis comunicaciones como 'Nicole'. Él estaba siendo rudo con Nicole, no conmigo", relató.

"Entonces, y sólo por curiosidad, le escribí: 'Hola, soy Martin. Estoy tomando este proyecto en vez de Nicole'. ¡Y hubo una mejora inmediata!", contó. "Una recepción positiva, me agradecía por las sugerencias, respondía rápidamente, diciendo: '¡Grandes preguntas!'. Se transformó en un modelo de cliente", dijo.

"Una nota: mi técnica y mis consejos nunca cambiaron. La única diferencia es que ahora yo tenía un nombre de hombre", contó el ejecutivo.

El plan de intercambio

Schneider le contó a su compañera Nicole lo que había ocurrido y le preguntó si le pasaba siempre, a lo que ella contestó: "Bueno, no todo el tiempo... pero sí, muy a menudo".

"Entonces hicimos un experimento", explicó el ejecutivo. "Por dos semanas cambiamos nombres. Firmé todos los correos a los clientes como Nicole. Y ella firmó como yo".

"Y realmente apestó", señaló Schneider.

"Estaba en el infierno. Cada cosa que preguntaba o sugería era cuestionada. Clientes con los que yo podía trabajar muy fácilmente eran condescendientes. Uno de ellos preguntó si yo estaba soltera", relató.

Pero la historia no termina ahí. "Nicole tuvo la semana más productiva de su carrera. Me di cuenta que la razón por la que ella se demoraba más en el trabajo era porque ella tenía que convencer a los clientes que la respetaran".

La conclusión de Schneider fue rotunda. "No era mejor que ella para el trabajo que hacía. Solamente tenía esta ventaja invisible".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.