En 1996, Marta Pérez comenzó a recolectar sus viejas fotos familiares. Tres años estuvo recogiendo, ordenando y recordando anécdotas, hasta crear gruesos álbumes que regaló a sus hijos en la Navidad de 1998. Meses después, falleció. "Fue el último legado de mi madre y el que marcaría mi vida", cuenta la historiadora Margarita Alvarado, quien, al igual que su madre, ha juntado y catalogado las imágenes que construyen la memoria  del país, convirtiéndose en una de las investigadoras clave en el tema fotográfico patrimonial.

Su trabajo más emblemático, junto a un equipo multidisciplinario, se titula Fueguinos. Fotografías siglo XIX y XX (2007), un retrato exhaustivo de los pueblos indígenas al extremo austral de Chile. La tarea fue ardua: en tres años reunió más de tres mil fotos, desperdigadas en varios archivos, algunos fuera del país. "Muchos fotógrafos venían a Chile por períodos y se llevaban sus fotos. Otros las donaban, como el naturalista chileno Rodolfo Philippi, quien regaló varias a un museo holandés. Pesquisar esas fotos fue complejo", cuenta Alvarado. La compilación final de 300 fotos costó 60 millones de pesos, fue financiada en parte por el Conicyt y editada por Pehuén. "Imprimimos tres mil ejemplares. Fue una locura, pero le achuntamos. Fue un éxito de ventas. Nos dimos cuenta de que hay público interesado en la fotografía y de que ya no es ir a pérdida apostar por un libro así de costoso", cuenta Sebastián Barros, gerente general de editorial Pehuén.

Investigaciones como la de Alvarado reflejan el auge que vive la fotografía patrimonial en estos últimos años. La instauración del Día de la Fotografía en 2001, que se celebra todos los 19 de agosto, o exposiciones emblemáticas como Chile en 100 miradas, que se tomó la Plaza de la Constitución en 2005, con fotos de Max Donoso, Guy Wenborne y Paz Errázuriz, entre otros, le han devuelto a la imagen su lugar en el rescate de la memoria. Si en los 80 no existía ninguna institución que se hiciese cargo del patrimonio fotográfico, hoy la conservación está asegurada por un organismo pionero en Latinoamérica (el Centro de Patrimonio Fotográfico, Cenfoto) y por editorales como Pehuén, Ocho Libros y Lom, que se interesan cada vez más en difundir la imagen como patrimonio.

LA DIFUSION
"La conservación no sirve de nada si las imágenes no le llegan a la gente. La difusión es vital", plantea Margarita Alvarado. Así, en los últimos cinco años se han doblado los  esfuerzos para que la fotografía patrimonial llegue a más personas. Sólo este año se inauguraron más de siete retrospectivas significativas, entre las que destaca la del archivo de David Rodríguez Peña, fotógrafo del Bim Bam Bum en los 60, que se expuso en Valparaíso; Imagen latente, como se llamó la muestra del Museo de Bellas Artes sobre los retratos del francés León Durandín (que ahora se exhibe hasta el 7 de noviembre en Galería Animal); y la exposición que el Museo de Arte Contemporáneo dedicó a la chilena trotamundos Lola Falcón, de quien Cenfoto editará un libro a fin de año. En tanto, el Museo Histórico Nacional subió a internet (www.fotografiapatrimonial.cl) un catálogo de 500 mil imágenes. Allí, cualquiera puede comprar ampliaciones de las fotos.

La fotografía también ha ganado espacio en las estanterías locales.  Entre los hitos se cuenta la publicación de los álbumes sobre la Guerra del Pacífico (Ed. Universitaria y RicaAventura) y Santiago que no dormía (Lom), con fotos de Alfredo Molina LaHitte. Sólo este año se han publicado cinco libros; uno de los últimos es ...Y llegó la luz! (Ed. Arthus), con fotos de Raúl Alvarez, el último en retratar a Violeta Parra. La próxima semana, en la Feria del Libro de Santiago, editorial Pehuén presentará Hain, el álbum personal de la investigadora Anne Chapman, parecido a lo hecho con Gabriela Mistral y las fotos de su vida.

Por su parte, Cenfoto lanzará a principios de 2010 Fotógrafos en Chile durante el siglo XX, de Hernán Rodríguez, segunda parte de una obra que recoge autores entre 1900 y 1950.  "El rescate de la fotografía tiene que ver con la identidad.  La memoria nacional se construye de nuestros recuerdos y de los objetos que los portan. Al final, la foto patrimonial es un medio donde nos vemos reflejados y con el que nos sentimos parte de este país", señala Samuel Salgado, director de Cenfoto.

EL RESCATE
El Museo Histórico Nacional ostenta el archivo fotográfico más importante del país, con más de un millón de fotos. En los 80, un grupo de la institución, comandado por Hernán Rodríguez e Ilonka Csillag, fue el primero en hacerse cargo de las fotografías que estaban arrumbadas en cajas y bodegas, sin catalogación. En los 90, la iniciativa se transformó en el Cenfoto, institución que asesora a museos y a otras instituciones para preservar sus archivos. Ellos mismos, desde 1998, han gastado más de 800 mil dólares en fotografía patrimonial.

En 1999, la institución hizo el primer catastro, y el más importante hasta ahora, de colecciones fotográficas en Chile. Se conservaron 60 archivos, con un costo de 100 millones de pesos, que financió el Estado, la Universidad de Harvard y la Fundación Ford. En ella se aplicaron las reglas de conservación que Cenfoto difunde hasta hoy. Las imágenes (sean diapositivas, negativos o papel) se guardan en sobres libres de ácido, traídos desde Argentina, y se mantienen en condiciones estables. Las imágenes en blanco y negro necesitan temperaturas inferiores a 18 grados y una humedad no mayor a 45%. Las imágenes a color deben estar en un depósito seco a 18 grados bajo cero, con 20% de humedad.  "El final natural de la foto es la no imagen. Luchamos por retrasar lo más posible ese proceso", agrega Salgado.

Mientras un original de las imágenes es conservado, una copia digital es retocada y difundida. Sin embargo, lo digital puede ser un arma de doble filo: "Es complejo el tema de la foto digital, ya que ahora la mayoría de los fotógrafos trabaja en ese formato. Si un computador falla lo pierdes todo y, en ese sentido, el problema de lo digital es mucho más terrible y urgente", concluye Salgado.