Histórico

George Steiner habla de todo en su último libro

Los libros que nunca he escrito, último volumen llegado al país del pensador, son siete ensayos que plantean problemas en torno al sexo, los animales, la ciencia y la educación.

¿Qué lleva a un crítico y narrador del calibre de George Steiner, prolífico y lúcido como nadie, a publicar un libro sobre libros que se propuso escribir alguna vez, pero fue dejando en el tintero? ¿Libros a los que debió renunciar por temor a fracasar? ¿Libros que superaron sus portentosos conocimientos? ¿Libros imaginarios o libros en barbecho como bocetos de grandes maestros?

Aunque mirado desde otro ángulo, ¿qué cuento éste que no ha escrito los libros cuando, ahora, dedica siete brillantes ensayos sobre esos siete proyectos? En verdad, Steiner está siendo en exceso coqueto al plantear el dilema tan artificiosamente: Déjeme que les cuente el cuento que no les conté. Miré lo que yo (autor) y, usted (lector), nos perdimos. Steiner es igual a sí mismo: fuera de muy inteligente e ilustrado, enfermo de vanidoso.

Pero, también, un personaje que no puede dejar de hablar, sea que ha leído mucho y no se va a callar (escribió un libro titulado Lenguaje y silencio), o bien, como todo judío (lo dice en su segundo ensayo) se sabe un "expulsado de su tierra natal de la oralidad", no quedándole más alternativa que volverse adicto a la palabra escrita, su única residencia en este mundo. Si calla, él y lo que tiene que decir, mueren. Los libros que pudiéndose escribir y no salieron a la luz son, por tanto, tristes como "viajes que nunca emprendimos".

De ahí que nos encontremos con un Steiner más melancólico que nunca. Quiso escribir, en vena borgiana, sobre Joseph Needham, biólogo de Cambridge que emprendió un estudio para indagar por qué los chinos fueron tan adelantados en las ciencias y luego se quedaron "pegados"; una investigación que, después de 16 volúmenes, no llegó, obviamente, a ninguna explicación concluyente.

Quiso escribir sobre un astrólogo del siglo XV, quemado en la hoguera por nigromante, "envidioso" de Dante. Cierta cautela le aconsejó que mejor que no; sus propios colegas, uno que otro Premio Nobel, podrían sentirse aludidos.

Quiso escribir sobre la relación entre sexo y lenguaje (cómo fornicamos según el idioma en que hacemos el amor), basándose en parte en sus propias experiencias políglotas. Es la pieza más hilarante de este conjunto. Comienza preguntándose cómo es la vida sexual de un sordomudo. "¿Con qué incitaciones y cadencia se masturba?". Desecha el estudio porque "sería extremadamente difícil obtener testimonios fiables" de sordomudos, y porque podría herir sentimientos de la gente que más quiere.

Quiso escribir, alguna vez, sobre la identidad judía. ¿Pero cómo lograrlo sin saber hebreo?
Quiso hacer una propuesta para mejorar nuestra educación mundial, a partir de un diagnóstico terrible y certero, sugiriendo una nueva alfabetización en números, música, arquitectura y biogenética sirviéndose de la historia. "Un proyecto de locos". También descartado.

Quiso escribir un libro que probase que los hombres son unas bestias y los animales los seres más queribles. Retratos que, ahora, hace de sus varias mascotas muestran a un Steiner sorprendente: el mejor amigo del perro. Sostiene incluso que si llegaran a torturar a su señora e hijos, a lo más, resistiría; si atacaran a uno de sus perros, en cambio, podría volverse homicida.

Por último, quiso escribir sobre por qué la profesión o ausencia de fe en Dios no deben exteriorizarse más allá de la conciencia individual privada. Evidentemente, un libro así, desde la partida, estaba condenado a no escribirse.

Todo esto contado con un arsenal de lecturas y divagaciones, para muchos de una pedantería insoportable, para otros (me cuento), impresionantes y de mucho humor. Un conocimiento más ilustrado que sabio. Steiner es único. Se formó en liceos franceses, mientras su entorno familiar seguía girando sobre ejes centroeuropeos. Tras estudiar en Chicago, Harvard y Oxford, ha sido profesor en Princeton, Cambridge y Ginebra. El mismo se sabe una especie en extinción. El ensayo sobre educación, lo que pasa en los principales centros mundiales, es devastador: estudiantes prácticamente analfabetos, nuevas universidades privadas profesionalizantes que sirven para nada, antintelectualismo impúdico, "enseñanza en manos de derrotados", chantaje y acoso permanente de camarillas políticamente correctas, etc. Una experiencia idéntica a la de Chile, e igual de imposible que salga a la luz pública en libro. Steiner tiene mucho todavía que decirnos.

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