Glaciar Unión, una base chilena bajo el hielo
A seis horas en avión de Punta Arenas se ubica la base más extrema que Chile posee en el continente blanco y en la que se hace ciencia en condiciones extremas.

El Glaciar Unión es un desierto polar donde confluyen otros diez glaciares. Este lugar se ha transformado en un oasis en la Antártica para los científicos chilenos y extranjeros que estudian, entre otras áreas, el cambio climático, la radiación ultravioleta y la microbiología del lugar para dar con nuevos compuestos antibióticos que sirvan, por ejemplo, para el tratamiento de bacterias multirresistentes.
Este laboratorio natural está a nueve horas de Santiago y a seis desde Punta Arenas, la ciudad más cercana al continente blanco en todo el mundo.
Pero investigar en el lugar no es fácil. Las temperaturas fluctúan entre los 17ºC y 90ºC bajo cero. Además, siempre es de día cuando se abre la temporada de trabajo estival en la Estación Polar Científica Glaciar Unión, que va de noviembre a diciembre de cada año.
Juan Pablo Correa, capitán de Ejército y comandante de la Unidad de Exploración Terrestre, explica a La Tercera que esto altera el sueño de quienes llegan, por eso tratan de mantener una estricta rutina para diferenciar los distintos horarios del día.
Para dormir están las carpas adaptadas para 40°C bajo cero, pero muchos prefieren los igloo cabin, módulos habitables que ofrecen menos luminosidad. Estas cabañas están conectadas a un túnel reforzado de PVC que las une con la enfermería, la sala de mando con conexión satelital y un baño que no cuenta con agua, sólo alcohol gel. Los desechos se guardan y luego se envían al continente.
Este túnel, más conocido como la “cuncuna”, está enterrado en el hielo y cubierto de nieve. Aquí la temperatura es más amable que en el exterior. Entre 10°C a 17°C bajo cero.
Pista de hielo azul
Hasta esta base, inaugurada en 2014, llegó el pasado domingo el ministro de Defensa, José Antonio Gómez, tras recorrer 3.072 kilómetros desde Punta Arenas para reconocer la labor de las 44 personas que allí trabajan. “El trabajo de los profesionales es de vital importancia, debido a que junto al trabajo científico, también hace soberanía en la zona”, dijo el secretario de Estado, quien llegó abordo de uno de los dos C-130 Hércules que habían despegado desde la base aérea de Chabunco con la misión de llevar carga y personal para reemplazar a los científicos y militares que arribaron en noviembre.
En la Estación Polar, la más cercana al Polo Sur que tiene Chile, trabaja un equipo de efectivos de la Fuerza Área, la Armada y el Ejército -cuyos respectivos comandantes en jefe acompañaron al ministro en la travesía- y quienes son los encargados de prestar apoyo logístico a los científicos que trabajan en los programas de investigación del Instituto Antártico Chileno (Inach).
Los militares llevan a los investigadores a sus puntos de estudio, para extraer desde muestras de hielo hasta líquenes, tanto a pie como en vehículos de nieve y aviones Twin Otter. En cada punto no pueden permanecer por más de tres horas, debido al frío extremo. El capitán Correa advierte que las bajas temperaturas no son el único problema. Las grietas constituyen otro peligro y señala una que recién se abrió cerca de la base.
Los C-130 Hércules aterrizan a nueve kilómetros de la Estación Polar, en una pista de hielo azul, la única de este tipo certificada por la Dirección General de Aeronáutica Civil y cuya mantención está a cargo de la firma Antartic Logistics & Expeditions (ALE), la misma que gestionó la llegada del primer vuelo comercial al continente blanco y al glaciar Unión el pasado 26 de noviembre.
ALE tiene su campamento a un kilómetro de la base chilena y se dedica a realizar expediciones exclusivas en el continente: escalar el monte Vinson, el más alto de la Antártica, visitar las colonias de pingüinos emperador en el mar de Weddell o realizar viajes al Polo Sur, ubicado a sólo a 1.080 kilómetros de distancia.
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