Histórico

Harold Pinter, la conciencia política de la dramaturgia británica

Ya estaba débil. El cáncer al esófago le impidió viajar a Estocolmo para asistir a fines del 2005 a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura, pero Harold Pinter se las ingenió para demostrar que seguía siendo el mismo rabioso de siempre. A través de un video, el dramaturgo emprendió un furioso discurso contra la política exterior de Estados Unidos e Inglaterra y la guerra de Irak, apoyándose en un poema de Pablo Neruda.

Fue su último grito de guerra. Un año después se despediría de los escenarios para homenajear a Samuel Beckett en el centenario de su nacimiento, para luego refugiarse en el silencio. El miércoles 24 de diciembre finalmente el cáncer terminó con su vida. Pinter murió a los 78 años en Londres.

"Dramaturgo, director, actor, poeta y activista político", como se definía a sí mismo, Pinter supo construir desde el teatro del absurdo una obra personal que captura la ansiedad de la segunda mitad del siglo XX. El impacto de sus características pausas y atmósferas inquietantes se sintió en todo el mundo; sólo en Chile desde los 70 se han montado 12 de sus 29 obras.

RABIOSO Y POLÍTICO
Nacido el 1o de octubre de 1930 en Londres, Pinter estudió en la Royal Academy of Dramatic Art y fijó su estilo temprano: en su debut, La habitación (1957) el mundo ya aparecía retratado como misterioso y amenazante. El dramaturgo echaba a andar una obra indudablemente política. Era su estilo: a los 18 años utilizó la objeción de conciencia para rechazar el llamado al servicio militar.

Cercano a la generación británica de los 50 llamada Angry Young Man (Jóvenes rabiosos), Pinter facturó clásicos como La fiesta de cumpleaños, El Cuidador, Retorno al hogar, Tierra de nadie, El amante</strong> y Traición, entre otras. En la mayoría hay un enfrentamiento soterrado de los personajes con la autoridad. "Hay violencia en mi, pero no ando por la calle buscando problemas", diría el dramaturgo.

Nombrado director del Teatro Nacional de Londres en 1973, Pinter también desarrolló una carrera como poeta y guionista de cine, escribiendo guiones para películas como El sirviente, de Joseph Losey, y La amante del teniente francés, de Karel Reisz.

Paralelamente el dramaturgo cultivó un rol de activista político. No sólo expresó su admiración por la Unidad Popular en Chile, también protestó contra el gobierno de Augusto Pinochet. Luego apoyó el desarme nuclear, la defensa de Cuba frente al embargo estadounidense y rechazó del bombardeo de la OTAN en Serbia en 1999. Mientras que en 1996 rechazó el título de caballero que se le ofreció cuando el conservador John Major era primer ministro de Inglaterra. La guerra de Irak lo llamaría a calificar de "criminales de guerra" a George W. Bush y Tony Blair.

Convertido en el dramaturgo británico más respetado, en 2005 la Academia Sueca le otorgó sorpresivamente el Premio Nobel de Literatura. El respondería en la ceremonia con su rabiosa crítica a la política mundial. También ahí definió su labor: "El arte dramático es siempre esquivo. Uno nunca encuentra la verdad del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad".

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