Cuando uno se sube a un Honda, la percepción inmediata es que se está a bordo de un auto de reconocida calidad, alta confiabilidad y durabilidad asegurada. Ese es el sello de la marca desde tiempos inmemoriales, en Chile y en el mundo.

Pero eso no significa necesariamente que el auto guste, satisfaga a los clientes y cumpla con lo que debería en relación al precio que se paga. Eso es lo que le ocurrió a la primera generación del Fit, el compacto de la firma que ha pasado sin dejar gran huella por nuestro mercado.

Quien se subió a él y lo manejó, probablemente se encantó de su gran funcionalidad y excelente andar. El problema es que por su poco atractivo diseño tipo monovolumen, y un precio por sobre la media del segmento, pocos se animaron a subirse.

Pues bien, ahora llegó a Chile la esperada segunda generación, que tiene poco que ver con el modelo anterior, ya que es mucho más en todo, incluso en lo caro. Sin embargo, Honda cuenta ahora con un modelo atractivo, que de seguro abrirá más puertas, y es entonces cuando aparecerá la verdadera esencia del Fit.

LO MEJOR ESTA POR DENTRO

El nuevo Fit es más largo (70 mm), ancho (20 mm) y alto (10 mm) que la versión anterior. Debido al efecto que produce el parabrisas recostado y el primer volumen que se integra casi en una misma pieza con el pilar A, se ve más estirado y aerodinámico.

Como parte de este diseño más atrevido, trae un frontal agudo remarcado por una parrilla triangular más grande y dos nervaduras que caen desde el capó, así como focos y parachoques de nueva forma.

Gracias a una mayor distancia entre los ejes (50 mm), el Fit mejora su ya extraordinaria capacidad interior, ofreciendo probablemente el mejor habitáculo del segmento. Las plazas delanteras son excelentes, cómodas y con mucho agarre; las traseras son amplias para tres ocupantes, gracias a un buen espacio para las piernas, mucha altura para la cabeza, y un respaldo que se puede reclinar. Además, la zona vidriada es grande, ganando luminosidad interior y, por ende, una mayor sensación de amplitud.

Respecto del interior, si bien el diseño es moderno y la percepción de calidad es alta, hay algunos plásticos que no lucen todo lo bien que deberían. Sin embargo, las terminaciones son impecables, no hay ruidos parásitos ni vibraciones del tablero. Puntos altos son la gran cantidad de portaobjetos, incluyendo una doble guantera y dos posavasos instalados junto a las salidas de aire, que evitan que las bebidas se calienten demasiado.

El volante y la palanca de cambios heredados del Civic hacen olvidar la sensación de pobreza general que se observa en el panel. Otro punto bajo es que la radio no es original, sino instalada en el país. Eso sí, es marca Kenwood, tiene entrada USB y para iPod, y se escucha muy bien.

Ahora, si el habitáculo es bueno, mucho mejor es su andar, algo bastante típico de lo que ofrece Honda en sus modelos. Primero, porque es seguro en cualquier condición de manejo; segundo, porque es suave en la calle y deportivo en carretera; tercero, porque es económico: con la nueva caja automática de cinco velocidades rinde 12 kilómetros por litro en ciudad y 17 en carretera.

El nuevo motor 1.3 litro de 100 caballos de fuerza se siente algo flojo y poco pujante, en parte por culpa de la caja, que adormece el motor a cambio de una mayor comodidad, y porque tiene poco torque a bajas revoluciones. Sin embargo, hay empuje más que suficiente para el auto, ya que anda muy bien en el rango medio (sobre 4.000 rpm se vuelve ruidoso).

La dirección es eficiente sobre cualquier piso, relativamente directa, pero algo nerviosa. Así, el Fit es un auto muy ágil en ciudad, y muy estable en cualquier circunstancia. Y pese a la ausencia de los frenos ABS (algo poco común a este rango de precio), frena muy bien, muy lineal y con escaso bloqueo de las ruedas.

En resumen, el Fit es totalmente nuevo, atractivo en el diseño, muy funcional en el interior, y recomendable para un manejo fácil y entretenido. Y como es un Honda, además es seguro, confiable y duradero.