Histórico

Izakaya Yoko: Ese gran japonés del día

Tras dos décadas y en casa nueva, este restaurante sigue marcando una pauta en lo que respecta a comida japonesa urbana, a precio "de picada".

De un momento a otro, en 2008, el restaurante Yoko fue devorado por la ciudad y su presión inmobiliaria (hoy figura un flamante edificio en su ubicación original). Suerte que al final no fue así. Tras unos meses lejos de las pistas volvió, y al mismo barrio, aunque un tanto más escondido, cerca del Parque Forestal. Hubiera sabido a pérdida su viaje sin retorno. Primero, porque se trata del pionero en Chile (1988) de los izakaya, la versión japonesa de las picadas criollas. Segundo, por haber conseguido la reputación de baluarte de la cocina nipona caliente. Y tercero, por sustancioso, rico y a precios convenientes. Cualidades que ha sabido mantener por dos décadas y que ahora en casa nueva, no tiene intenciones de perder.

Antes era un piso de mesas apretadas entre sí. Ahora son dos niveles más terraza, con su habitual ambientación medio en penumbras, rústica pero oriental de todos modos. Su escenografía alerta que allí más vale comer que mirar, y más vale saborearse que esperar a ser atendido con más esmero que el de una cuadrilla de garzones inexpertos (a mediodía, al menos), que sacan la comida sin avisar o que se turnan por el servicio de la mesa, sin haberle preguntado qué ofreció su compañero.

La carta es larga, larguísima, con un importante suministro de cocina fría, de buen peso específico en técnica y sabor. Seis impecables trozos de sashimi de salmón ($ 1.900), en su corte y su frescura, lo demostraron. Lo mismo que el sunomono ($ 2.600) pequeñas lonjas de pescado, pulpo y verduras, en una vinagreta de arroz, fresca y de ligero toque dulce. Por supuesto, había que probar un roll de su abundante listado; y el chiloé roll ($ 3.900) era un rollo de tamaño preciso -no llena la boca- de arroz frío e impecable factura, queso crema, salmón ahumado y palta en exceso, que le dio un toque demasiado untuoso y suave a la mezcla. En todo caso, bien acorde con lo que se entiende por gusto local.

Pero allí la fama se concentra en sus platos calientes. En la profundidad de sabores de un sukiyaki (caldero de carne y verduras rehogadas), los fideos gruesos en sopa, los delgados; bocados más conocidos como las gyosas -hechas en el local-  o en recetas secas del tipo gyudón ($ 4.900), generosa y jugosa capa de carne de vacuno salteada con tofu, que va sobre una base de arroz grumoso y fácil de agarrar con los palitos. La intensidad de la carne y el tamaño del plato, lo transforman en una sabrosa comida del día, más si tiene a modo de anexo dientes de dragón y una pequeña sopa miso.

También cuenta con sus lujitos como el hotate furai ($ 4.800), una buena porción de ostiones fritos en una cobertura muy gruesa, poco fina y que le restó prestancia al ingrediente base. Su carta de vinos es respetable y son dignas de considerar las ofertas que por estos días tiene, aunque con un par de cervezas lager (Tiger y Austral, $ 1.800) caen bastante bien en este sitio donde la comida japonesa, la simple, del día y de la calle, goza de buena salud.

FICHA:
Dirección:
Monjitas 296-A, Santiago Centro
Teléfono: 6321954
Horario: Lunes a sábado,  almuerzo y cena.
Consumo Promedio: $9.000
Calificación: 5,5

No sigas leyendo a medias

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesAccede a todo el contenido SUSCRÍBETE

VIDEOS

Servicios