Joaquin Phoenix, el actor que se cansó de actuar
Aún no se sabe si la deserción de quien es considerado uno de los actores más potentes de su generación es una broma o un ardid publicitario. Mientras está dedicado al rap y anda con una pinta irreconocible, se estrena esta semana su última película, Los amantes.

En un momento de esa insufrible película llamada 8mm Max California, interpretado por Joaquin Phoenix, suelta la que es la mejor frase de la cinta. Conversando con el detective Tom Welles, interpretado por Nicolas Cage, Max dice: "Cuando bailas con el diablo, no es el diablo el que cambia. Quien cambia eres tú".
La observación recobra vigencia en momentos en que el bueno de Joaquin está en problemas. Ha estado en un baile durante mucho tiempo y ha cambiado. Eso es lo que indica su conducta del último tiempo y su alejamiento de las pantallas luego de trabajar en Los amantes, que se estrena en Chile este jueves. El diablo con el que ha bailado ha sido Hollywood y el cambio se ha producido.
El hecho fue primera plana en toda la blogosfera. En el set, Phoenix, el gran actor de su generación, enfrentaba a David Letterman. Lo que debería haber sido una entrevista normal tomó ribetes tragicómicos por el entrevistado. Joaquin, con una pinta irreconocible, no contestaba nada de manera coherente y mostraba cero concentración. ¿Reír o llorar?
Muchos dicen que se volvió loco y lanzó su impecable carrera por la ventana. Otros, en cambio, detectan una suerte de truco publicitario, en especial debido a que siempre hay un equipo de cámara filmando todo en el lugar donde él aparece. Si a esto se le agrega su última aparición en video, el viernes recién pasado, junto a Miley Cyrus y Liv Tyler, promocionando un sitio gratuito dedicado a la prevención del suicidio en una pinta totalmente normal, afeitado, limpio y bromeando de buena gana, da para pensar cualquier cosa.
¿Qué es verdad y qué no? Ni idea; lo único claro es que Phoenix no ha actuado desde hace más de dos años en películas y que su vida anda, por lo visto, algo extraviada. Claro que siempre fue un poco extraño. Al revisar tanto su genética como su biografía, se encuentran antecedentes, pasajes, conductas y hábitos que lo acercan más al mundo de la excepción que al de la regla general.
Nacido en 1974, vivió sus primeros cuatro años en San Juan, Puerto Rico. Es el tercero de cinco hermanos y sus padres, si bien no eran hippies, sí tenían un comportamiento poco tradicional. Unidos a un culto religioso llamado los Hijos de Dios (¿no se suponía que todos lo éramos?) se dedicaron a viajar por Centro y Sudamérica con todos sus cabros chicos a cuestas. Como era de esperar, luego de tanto viaje, pronto se aburrieron del culto en cuestión, volvieron a Estados Unidos y para marcar un cambio en sus vidas decidieron cambiar el apellido familiar a Phoenix, al igual que el ave que renace de las cenizas. Es por esos mismos años que Joaquin se aburre también de su nombre y decide cambiárselo por algo más amigable y relacionado con la naturaleza. Pasa así de Joaquin a Leaf, que quiere decir "Hoja", tal como esas cosas verdes que cuelgan de los árboles. En el contexto en que lo hizo tenía sentido hacer algo así: después de todo, sus hermanos se llamaban River (Río), Summer (Verano), Rain (Lluvia) y Liberty (Libertad). ¿Por qué no Hoja, entonces? Quizás fue traumático para el pobre chico que sus padres -siempre los padres- no lo hayan tratado de la misma forma o con la misma inspiración al momento del bautizo. Quizás todo viene de ahí.
Pronto sus padres moderaron sus posturas. La madre entra a trabajar como secretaria en NBC y el padre se hace jardinero. Quizás sea mejor llamarlo paisajista. De paso, también consigue un agente para que se haga cargo de los cinco hermanos Phoenix y les busque una carrera en la publicidad o la actuación.
El primero que empieza a generar retornos en las artes dramáticas es el mayor, el tristemente célebre River. Joaquin le sigue los pasos, hace algunas apariciones en series de televisión: Reportera del crimen y Alfred Hitchcock presents. El salto a la pantalla grande llega con una película de ciencia ficción, de corte familiar, titulada Space camp, que salió inoportunamente al mercado el mismo año del desastre del transbordador Challenger, en 1986, cuando nadie quería escuchar hablar de desperfectos en una nave espacial. Pero Joaquin, de sólo 12 años, ya está encaminado. Con el nombre de Leaf Phoenix actúa en películas poco recordables: Russkies, Secret witness... Logra destacar en Parenthood (1989), drama dirigido por Ron Howar. Joaquin, es decir, Leaf, interpreta a Garry, hijo de padres separados, que vive con su madre, Diane Weist. El pobre de Garry tiene serios problemas de adaptación; hay un padre que no oculta lo poco que su hijo le importa y el personaje sobrelleva el problema del onanismo como una mochila de inseguridad y culpa. Sin ser una gran película, Parenthood sirvió para demostrar que Leaf tenía talento y, también, para demostrarles a los más cercanos que algo de no tradicional había en su persona.
Con sólo 12 años decide alejarse por primera vez de la actuación. Se comenta que no le resulta atractivo nada de lo que le ofrecen. Desaparece de la luz pública por tres años, pero la tragedia familiar lo hace regresar al Hollywood más sensacionalista y patético. La llamada de auxilio que Joaquin realizó al 911 luego de que su hermano River se desplomara a raíz de una sobredosis fue transmitida una y otra vez por radio y televisión. La vida de Joaquin es puesta bajo la lupa y su privacidad atormentada. Adiós Hollywood. No quiero saber nada de ti, parece decir el actor, quien no reaparece sino dos años más tarde, movido por la insistencia de sus amigos y por la calidad del proyecto que le ofrecían.
Vienen años de gran actividad para él. Gus van Sant lo mete al reparto de To die for, con Nicole Kidman antes que llegara a ser Nicole Kidman y con Matt Dillon, que, bueno, siempre ha sido Matt Dillon. Abandona su nombre naturista y vuelve a ponerse Joaquin. Actúa para Oliver Stone (U-Turn) y hace 8mm. Lo llama dos veces M Night Shyamalan -Signos y La aldea- y recibe su primera nominación al Oscar por Gladiador, donde compone un inestable, ligeramente depravado e incestuoso emperador Commodus. El Oscar lo vuelve a rondar por Walk the line, donde interpreta a Johnny Cash y se da incluso el lujo de tocar guitarra y cantar. Más importante que eso, se reúne de nuevo con James Gray, que lo había dirigido el 2000 en una película notable, La traición, para realizar Los dueños de la noche, drama policial de familia dividida, en la cual interpreta a la oveja negra de una familia de policías. Excelente película: su personaje deberá poner en la balanza sus valores y creencias y elegir entre lo que quiere y lo que debe.
En su último trabajo se decidió nuevamente por James Gray. El filme es Los amantes, junto a Gwyneth Paltrow e Isabella Rossellini. Otra vez Joaquin demuestra que actuar es lo suyo. Basada en parte en el libro Noches blancas, de Dostoyevski, el actor interpreta a Leonardo, un joven que vuelve a casa de su madre luego de ser abandonado por el gran amor de la vida. El destino quiere que su padre le presente a una muchacha ideal para que se case, pero, por otro lado, Leonardo conoce a una mujer (la Paltrow) dañada por el amor, que esconde más de un demonio
Después dijo no va más. Se aburrió de ser quien era y resolvió reinventarse. Se aburrió de actuar. Quiso partir de cero. Dejándose una barba indecente y un pelo largo y sucio, se ha dedicado a grabar y a presentaciones en vivo. En YouTube se puede ver que su talento no va precisamente por el lado del rap. Claro, muchos dicen que todo esto es un gran engaño. Las dudas se acrecientan al saberse que su gran amigo y cuñado Casey Affleck (el hermano con talento de Ben) lo sigue todo el tiempo, preparando un documental que lo mostrará todo: sus apariciones públicas, cada cual más bizarra que la anterior, su entrevista en el show de Letterman, donde durante unos 10 minutos fue incapaz de articular palabra o idea. ¿Fue un lapsus? ¿Una fuga de identidad?
El tiempo dirá. Es cierto que Joaquin siempre fue extraño. Es cierto también que siendo joven también desertó de Hollywood. Pero el tema de su renuncia a la actuación no deja de ser serio, porque no es cosa de levantar una piedra para que aparezcan dos o tres Joaquin Phoenix. Al margen de lo que se pueda decir de su vida privada (y las revistas de chismes dicen mucho), Phoenix es uno de los mejores actores que andan rondando y perderlo es una pena. Está entre los grandes de su generación. Hay un despropósito esencial en su deserción que rompe, por decirlo así, la ecología del talento. Se van los que lo tienen -se fue River, a raíz de un cóctel letal de fármacos, alcohol y drogas- y de otro modo también pareciera haberse ido su hermano Joaquin. Quedan, en cambio, demasiados que no lo tienen.
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