Histórico

¿Justificación o excusa?

<div>Inquietantes son las reflexiones de Ricardo Lagos en estas páginas, en cuanto a que la democracia sería un "proceso".</div>

AUN admitiendo lo fáciles de confundir, las justificaciones tienen peso. Son razonamientos, intentan probar, fundamentar, persuadir; en cambio, las excusas son recursos retóricos endebles, dirigidos a querer eximirse y punto. Evasivas por definición, el problema con las excusas es que uno no asume las responsabilidades. De ahí lo inquietantes que puede que resulten las reflexiones de Ricardo Lagos en estas páginas, en cuanto a que la democracia sería un "proceso".

Según el ex presidente, a su propio conglomerado le habría correspondido idear los derroteros que nos han llevado hasta aquí; a los jóvenes que hoy marchan -"los hijos de la democracia"- les competen sus propias demandas ("cada generación tiene su épica"). Pero esto no significaría estar "accediendo a demandas que ayer se rechazaron". Al contrario, ayer se marchaba avanzando, hoy se avanza marchando. "La democracia nunca termina de corregirse". Y esto, porque la Concertación, en su momento, si bien quiso, no pudo. Y no pudo porque no la dejaron ("no tenía mayorías parlamentarias"). Juicio que a David Gallagher, quien respaldara a Lagos, no lo convence: "Cada vez que alguien de la Concertación -que tuvo mayoría esos años y además con una Constitución firmada por el propio Lagos, en que se eliminaron los senadores designados- plantea eso, es lamentable. Eso del veto de la derecha es una chiva".

Son inquietantes las declaraciones. Desde luego, tampoco ahora están esas mayorías en el Congreso. Esto Lagos no lo dice, ni tampoco se hace cargo de lo aún más obvio, lo que Héctor Soto apunta con todas sus letras: "Algo está funcionando mal cuando la oposición a la oposición es casi tan grande como la oposición al gobierno". ¿Será por eso que no se les ocurre otra cosa en este momento que "marchar"? ¿O la calle ofrece una representatividad mayor, más legítima y adecuada a nuestro estadio histórico? ¿La democracia versión Guzmán-Boeninger -la "gobernabilidad en la medida de lo posible"- ha sido superada históricamente o siempre fue un error haberla aceptado? Más que vetos, lo que hubo fueron consensos plenamente compartidos. A ello parece inclinarse Agustín Squella, asesor de Lagos, cuando admite que "estamos pagando el precio de haber aplicado durante dos décadas una inconveniente lógica del acuerdo a como dé lugar, para desplazarnos ahora a otra más perjudicial: la del conflicto a cualquier precio".

Lagos, en un giro muy suyo, desvía la atención al binominal. "Las reformas de 2005 prácticamente eliminaron los enclaves autoritarios, salvo el sistema binominal". Pero ¿habrá que sólo arreglarle la tuerca al sistema? Constitucionalistas enumeran un sinfín de falencias pendientes. A ello,  Pablo Ruiz-Tagle agrega: "La necesidad de una nueva Constitución para Chile no surge sólo a partir del año 2005 ni tampoco ahora. Esta ahí presente desde siempre y ha faltado en la clase política la voluntad de hacerla". Argumento tan válido para con la Constitución de Pinochet-Lagos como para lo del lucro en educación. El, después de todo, fue ministro clave, el primero de la Concertación en esa cartera. La justicia podrá ser ciega, la conciencia tuerta, pero en historia y sus procesos se precisa de a lo menos dos ojos.

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