La fantasía de Avatar y la guerra de Vivir al límite se enfrentan hoy por el Oscar
Las películas de James Cameron y Kathryn Bigelow empatan con nueve nominaciones, pero tras ellas hay otras ocho cintas nominadas a Mejor Película que van desde la bélica Bastardos sin gloria hasta la animada Up.

¿De qué hablamos cuando hablamos del Oscar? De dinero, claro. De películas importantes, a veces. No siempre de calidad y menos de posteridad. Pero así y todo, el Oscar configura una suerte de barómetro de los sueños e intereses, de las angustias y presiones de Hollywood.
Este año no será la excepción y hoy a las 22 horas se efectuará la ceremonia que ahora tiene nada menos que 10 cintas compitiendo en la categoría de Mejor Película. Desde el año 1944 no se nominaba a tal cantidad de filmes.
Lo que la industria siempre quiere es renovarse, reconquistar públicos, afianzar prestigios y abrir nuevos mercados. El año pasado la Academia le dio la venia a Bollywood con Slumdog Millionare. Este año la cosa es más reñida.
Para empezar, títulos como Un sueño posible (drama sobre un jugador de fútbol americano), Sector 9 (ciencia ficción acerca de extraterrestres en Sudáfrica) y Una enseñanza de vida (que recoge el despertar sexual de una adolescente británica en los 60) jamás competirían si la selección fuese estricta. Son obras que no despertaron mayor revuelo y las nominaciones siempre conllevan requisitos implícitos. En términos de controversia, de recepción de los críticos, de acogida del público, de utilidades. No es el caso de este trío.
En las siete restantes hay de todo. Hay porno-pobreza en Precious, una cinta hecha para posicionarse en festivales. Sigue la vida de una muchacha del barrio de Harlem, en Nueva York, abusada sexual y físicamente por sus padres.
La nominación de Bastardos sin gloria se explica por el amor al cine. Muestra cinefilia, se da el lujo de reescribir la historia y, sin ser una maravilla, fue bien recibida por crítica y público. Ganará quizás en Actor Secundario, pero haberla olvidado exponía a la Academia a legítimos vientos de tormenta.
El caso de Up es particular. Hace más de una década, cuando La bella y la bestia fue nominada a Mejor Película, se levantó tanta polvareda que se creó la categoría de Mejor Película Animada. ¿Por qué está la cinta de Pixar aquí? Bueno, porque había que llegar a diez.
Luego vienen títulos que podrían calificarse de "independientes". Un hombre serio, de Joel y Ethan Coen es la historia de un matemático de origen judío que ve desmoronarse su orden familiar. Pero, ¿tiene alguna posibilidad? No, igual que Amor sin escalas, comedia dramática con George Clooney que indaga en la crisis financiera.
La pelea de fondo es entre Avatar y Vivir al límite. La primera ya ganó en boleterías de manera casi indecorosa. Es un espectáculo que funciona donde lo pongan con su trama de humanos en guerra contra la población de la luna de Pandora. Que su director sea el mismo que el de Titanic tampoco deja indiferente a nadie. Hay que tratarlo con respeto, pues le puede dar a la transmisión televisiva la audiencia que fue perdiendo en los últimos años.
Vivir al límite es una experiencia, pero no juega con los códigos normales del cine. Los héroes en el cine bélico son emblemas de patriotismo, no personajes enfermos como el protagonista que acá prefiere desactivar bombas en Irak a quedarse en casa con su pequeño hijo y su esposa. Es una cinta atípica y brutal, pero ha contado con la aprobación de la crítica y el respaldo del público que la ha visto.
Hoy Hollywood deberá decidir. O se deja llevar por el poderío visual y comercial de Avatar, o premia una cinta de guerra cruda. Hollywood, que sabe por viejo como por diablo, decidirá con libertad. Si acierta, bien. Y si se equivoca, qué.
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