La tragedia ignorada de los migrantes en las islas Comores
Apenas 70 kilómetros en el océano Indico separan a la isla Anjouan de Mayotte, un territorio francés de ultramar en Africa. Pese a la corta distancia, miles de personas han muerto ahogadas intentando buscar un mejor futuro en este último enclave.
Los policías divisan en el agua la silueta de dos niños flotando: están muertos. A unos metros de distancia encuentran el cadáver de la madre. Son las consecuencias del naufragio de una pequeña barcaza atestada de 31 personas, cuyos sobrevivientes son rescatados para otorgarles asistencia en tierra firme. Contrario a lo que se podría pensar, el escenario de esta desgracia no es el mar Mediterráneo, sino el océano Indico que rodea a las islas Comores y a Mayotte, un territorio francés de ultramar en Africa.
Tal como el efecto de un imán, la mayor calidad de vida de Mayotte ejerce una atracción irresistible sobre los habitantes de las Comores. Hace 40 años todas estas islas eran una colonia francesa, pero en un referéndum de 1975 la primera decidió mantener su vinculación con París mientras que las últimas se independizaron.
En 1995 el primer ministro de Francia, Édouard Balladur, restringió los desplazamientos de los comorenses a través de la emisión de visados. A partir de ese momento la inmigración ilegal y el hundimiento de embarcaciones se producen sin interrupción. La mayoría de los que huyen inician su travesía en embarcaciones conocidas como "kwassa-kwassa" desde la isla comorense de Anjouan, ubicada a sólo 70 kilómetros de Mayotte, equivalente a la distancia entre Santiago y Los Andes.
Las consecuencias son trágicas: un comité del Senado francés estima que desde 1995 han muerto entre 7 mil y 10 mil personas ahogadas en su intento de llegar a Mayotte, pero el gobernador de Anjouan, Anissi Chamsidine, afirma que son 50 mil las víctimas fatales. El año pasado las autoridades francesas expulsaron a 20 mil inmigrantes ilegales de Mayotte, pero eso no desanima a las personas a internarse en un peligroso viaje en búsqueda de una mejor calidad de vida.
Ousmani es un comorense de 17 años proveniente de Anjouan que lleva viviendo tres años en situación de ilegalidad en Mayotte. "Cuando veo a policías me tengo que esconder", dice el joven, quien también cuenta con la ayuda de amigos que le advierten sobre los lugares a los que debe evitar ir. Pero Ousmani vive día a día con el permanente temor a ser descubierto y expulsado, sobre todo luego del endurecimiento de las leyes francesas que ahora autorizan las deportaciones inmediatas sin derecho previo a la intermediación de un juez.
Pese a que las condiciones de vida en Mayotte son las más deficientes de todos los territorios franceses, éstas son superiores a las de las islas Comores, que tienen un ingreso per cápita de 800 euros frente a los 8.200 euros de Mayotte, lo que se ve refleja en una mejor atención en educación y en salud.
Si bien la crisis de los refugiados en Europa concentra en este momento la atención del mundo, la situación en las Comores no es menos grave. Anissi Chamsidine afirma que "tenemos la triste reputación de tener el cementerio marino más grande" y critica el silencio de Francia y de la comunidad internacional ante esta tragedia, una actitud que él considera como "indiferencia ante el sufrimiento humano".
El Presidente francés, François Hollande, visitó Mayotte en agosto de 2014 y afirmó que la única manera de regular el problema de la inmigración ilegal es a través de una "auténtica cooperación regional". Pero en la ONG francesa Gisti, que protege los derechos de los inmigrantes ilegales, ve estas intenciones con escepticismo. La secretaria general de Gisti, Marie Duflo, explica que Francia está formando a los policías de inmigración de Comores para limitar aún más la circulación de personas entre las islas.
Además, Hollande descartó la eliminación de las visas y fue tajante en afirmar en esa visita que "es imposible facilitar la libre circulación entre Mayotte y las otras islas".
Todo indica que los comorenses seguirán arriesgando sus vidas al internarse a las aguas del océano Indico en las abarrotadas barcazas kwassa-kwassa mientras que para los habitantes de Anjouan las noticias de naufragios y cuerpos flotando en sus playas ya se han vuelto una escalofriante realidad que sucede semana a semana.
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