Las "escuelas" de los viejos pascueros
Panza real, barba natural y capacitaciones, son algunos de los requisitos que exigen las empresas que hoy se encargan de representar a los hombres del traje rojo.

"La gente hoy quiere a viejos pascueros de verdad, con barba natural, ojos claros idealmente, una panza real y que tenga buen trato con la gente y los niños". Esas son las exigencias para quienes deseen personificar a Santa Claus y protagonizar los tradicionales eventos navideños de esta época, según explica Gerardo Artigas, gerente general de "Viejitos Pascueros Eventos", empresa que debutó en el área hace tres años y que da cuenta de un rubro en ascenso.
A tal punto ha llegado el profesionalismo, que la empresa de Artigas dedica una semana completa, con módulos de dos horas diarias, para capacitar a las personas que desempeñan la labor de disfrazarse con el traje rojo característico para asistir y animar los eventos de empresas, colegios y fiestas de fin de año, entre otros.
Lo que busca esta especie de "entrenamiento" de viejos pascueros es uniformar la calidad del servicio a los clientes. "Primero veo cómo es el trato que tienen con la gente adulta y enseñarles los saludos que tienen que hacer. Luego se les enseña más que nada modales y ver qué cosas se puede decir. Esto al final es para que no cometan errores", explica Artigas.
Otro punto, y quizás el más importante en esta semana de capacitación, es el trato que deben mantener con los niños, principalmente para evitar toda conducta que pueda interpretarse como abuso. Para ello, a los aspirantes a viejito pascuero se les explica detalladamente los comportamientos que es preferible evitar, como besar o tocar a los niños, con el objeto de neutralizar todo llamado de atención o acusación que pueda surgir desde los padres en este tipo de eventos.
Como medida adicional y redoblando estos resguardos, Artigas revisa todos los expedientes personales de las personas que postulan a su empresa, para verificar que sus papeles estén en orden, es decir, que no tengan antecedentes penales, antes de contratarlos.
Asimismo, la empresa ideó un sistema para evitar el contacto entre los viejitos pascueros y los niños. Este sistema consiste en que "arrendamos un trono, que es para el viejito, y ponemos al lado un puf que es para que se siente el niño ahí, nunca en las faldas del viejito. Además se hace todo a la vista de los padres. De esta manera evitamos cualquier tipo de problemas que pudiese haber", explica el gerente.
Caramelos Eventos también es una empresa que ha ido de a poco posicionándose en eventos navideños con su máximo exponente: el viejito pascuero. Al igual que la empresa de Artigas, también tienen una capacitación, pero basada en las peticiones que hacen las empresas que solicitan el servicio.
"Nuestra capacitación va más que nada en el cuidado y especificaciones que pueda pedir una empresa en particular. Ellos (los viejitos pascueros) ya llevan años en esto y saben perfectamente lo que deben hacer y pueden decir. Al final ellos son autogestores de ellos mismos, nosotros somos una mera plataforma para que puedan asistir a los eventos", explica Fabián Catalán, dueño de Caramelos Eventos.
Catalán y Artigas concuerdan en un punto fundamenal: el profesionalismo con el que estas personas desempeñan su trabajo.
"Esto no es un negocio"
A pesar de que cada vez hay más empresas que ofrecen el servicio de viejitos pascueros para eventos, actividad que puede dejar sustanciosas sumas de dinero, algunos se niegan a ver esto como un simple negocio. De asendencia alemana-prusiana, un poco más de unos 1,75 cm., ojos claros, una amarillenta barba y un llamativo traje rojo, Robert Müller, o "Robert Clauss" como se presenta, es la personificación ideal de la imagen del viejo pascuero.
Se hizo "profesional" hace un poco más de un año, pero toda su vida se ha disfrazado en esta fecha cuando celebraba la Navidad con su hijo. Incluso, en su tiempo libre sale a la calle disfrazado y posa para las fotos que le piden los transeúntes. Eso sí, admite que no le gusta la barba larga, pero que se la tuvo que dejar crecer en pos de personificar apropiadamente al viejito pascuero.
Para él, a pesar de que ciertamente se genera ingresos con esta actividad -que deja un saldo de más de dos millones de pesos en el mes-, esto no es simplemente un trabajo. "Para mi esto no es un negocio. Me di cuenta que en la expresión de los niños hay algo que nos hace volver al tiempo en que nostros también lo fuimos. Ver la expresión de sus ojos, con qué cariño o con qué deseo te solicitan un regalo. Ellos piensan que se han encontrado con un personaje increíble, que a lo mejor lo conocían de palabra por sus padres, pero verlo en vivo y en directo, tu sientes la sensación increíble de ser niño, volver a ser un niño", afirma.
Incluso, cree que esto es sólo para algunas personas, que tienen una verdadera pasión por la actividad, puesto que "uno tiene que ser capaz de sentir la sensación especial de un niño, si no, mejor que interpretes otro papel", exclama.
Tal es su devoción por el personaje, que Müller asegura que cuando se muera, existe la posibilidad de que lo entierren con el traje rojo puesto.
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