Las fugas del poeta: el año en que Pablo Neruda vivió en peligro

Cuando el Premio Nobel chileno fue perseguido por González Videla en 1948, completaba Canto General.




Una década antes de que al prefecto de Investigaciones Oscar Peluchonneau le pidieran que detuviera por una orden judicial al senador desaforado Pablo Neruda, otro procedimiento policial de alto voltaje había puesto a prueba su aplomo y cabeza fría. Aquel 21 de mayo de 1938, el Congreso Nacional hervía como una concentración de barras bravas y entre el discurso del presidente Arturo Alessandri, la férrea oposición del Frente Popular y la díscola personalidad del líder nacionalista Jorge González von Marées se encendió una mecha que pudo haber terminado con sangre en las paredes. Afortunadamente, Peluchonneau sabía apagar incendios.

Las alarmas sonaron cuando  González Von Marées, líder del Movimiento Nacional-Socialista de Chile, ofuscado por no poder tomar la palabra, disparó al aire en el hemiciclo a la altura de la testera. Es decir, donde se encontraban las máximas autoridades, incluido Alessandri. Tras orden del Ministro del Interior, Peluchonneau debió detener al encabritado jefe nacionalista por intento de homicidio del presidente. Como si se tratara de un apronte a lo que pasaría diez años más tarde, a Peluchonneau le tocó estar en una cancha donde jugaba el futuro presidente Gabriel González Videla: al político del Partido Radical  también lo detuvieron ese 21 de mayo.

Los hechos los recuerda Jorge Peluchonneau Cádiz, hijo del detective que lejanamente inspiró al personaje que interpreta Gael García Bernal en la película Neruda. La cinta se estrena el próximo jueves en el país y el hijo menor del ex director interino de Investigaciones quiere dejar en claro que de su padre, el Peluchonneau de la película no tiene mucho que ver.  Más bien, sólo toma el nombre.

“Mi padre me contó la historia de González Von Marées poco antes de morir, en  1970. Dijo que tuvo que convencerlo, y decirle que no lo iba a llevar a ningún cuartel de Investigaciones, sino que directamente ante el presidente de la Corte de Apelaciones. Sólo así lo logró. Lo llevó en su propio auto”, recuerda el abogado Peluchonneau, quien siempre recuerda que su progenitor también lo era: “Sacó el título de abogado  mientras trabajaba en  Investigaciones“.

Aunque el hijo del prefecto jefe Peluchonneau aprecia en general la película de Pablo Larraín,  tiene ciertos reparos. “¿Por qué conservar el nombre real si todo es ficción? El nombre de mi padre no sale bien parado”, comenta el menor de los cinco hijos del detective.

En la película con guión de Guillermo Calderón, se ficcionaliza la fuga de Pablo Neruda en 1948, después de que el Partido Comunista es proscrito y el poeta queda desaforado. Neruda, encarnado por Luis Gnecco, es buscado por orden del gobierno de Gabriel González Videla (Alfredo Castro). El policía que debe emprender su captura es Oscar Peluchonneau, a cargo de Gael García Bernal. Es un juego de cazador y presa, donde muchas  veces Neruda burla y humilla al detective. Es la opción de los creadores de esta antibiografía y en este universo se puede entender que el personaje de García Bernal tiene un origen bastardo, sin madre conocida. “Los padres de mi papá eran  Paulino Peluchonneau y mi abuelita Aurora Bustamante”, clarifica Jorge Peluchonneau.  Luego, hace otra acotación, refiriéndose al calificativo de “fascista”  que  el actor Gael García Bernal ha usado sobre el personaje: “No era fascista y todo eso. Para nada. Incluso si tuviera que ubicar a mi padre en alguna posición política, diría que era de centro izquierda. Muy querido por sus amigos, servicial, humilde y trabajador. Bueno para la rayuela y el tiro al blanco”.

Mitos y hormiguitas

Muy elogiada por los medios internacionales desde su estreno en Cannes, Neruda también pinta a un poeta bastante singular, con una particular alegría de vivir, preferencia por fiestas carnavalescas y propensión al goce carnal,  a la furia sibarita y al sexo sin bozal. En el entorno de Neruda, el rol de Víctor Pey (Pablo Derqui, en la película) es clave a la hora  en su huida hacia el sur. El español Pey, que llegó a Chile en el Winnipeg, fue director del diario Clarín y a fin de mes cumple 101 años, también vio Neruda y prefiere quedarse con sus recuerdos. “Uno ve mucha fiestoca en la película  y yo de lo único que me acuerdo es que celebramos cuando logramos burlar un retén de Graneros y nos tomamos unos whiskys porque además hacía mucho frío en la noche”, agrega el ingeniero.

Sobre el espíritu festivo de Neruda en la película, el ex director de  Clarín especifica: “Tenía un muy fino sentido del humor, con chispa. Yo lo tuve alojado durante varias semanas en mi departamento y escribía con una facilidad pasmosa sobre los distintos personajes del gobierno, con mucha ironía.  Dictaba y hacíamos varias copias que luego mandábamos a diputados, políticos. Nunca vi nada particularmente erótico ni  raro con las mujeres. Eso sí, uno o dos whiskies en las tardes, pero siempre en su medida. Jamás pasado de copas”.

Aquella seguridad para escribir en momentos de persecución es uno de los aspectos que enfatiza, por ejemplo el sobrino del poeta, Bernardo Reyes, que además es investigador de su obra. “Es  impresionante  el gran volumen de manuscritos que Neruda creó durante ese período, en la misma época en que  se cambiaba de casa, a veces en papeles de mala calidad, a máquina, de cualquier forma. Tenía una capacidad especial para desdoblarse y trabajar en circunstancias adversas”, explica. “Eran años de ir de casa en casa todas las semanas o todos los días, conviviendo con personas que quizás no conocía bien,  y al mismo escribía  el Canto General, tal vez la obra épica más importante del idioma castellano”, agrega.

Aunque Bernardo Reyes aún no ha visto la película, concuerda con su opción por la ficción: “Me parece totalmente válida. El propio  Neruda transforma su escape  en un mito poético en sus memorias, mezclando ficción y realidad”.

En un tercer lugar, junto a al sagaz Neruda y el trágico Peluchonneau, el personaje  de Delia del Carril emerge como un centro de gravedad en esta tríada en fuga. La segunda esposa del escritor era 20 años mayor que Neruda (en 1948 ella tenía 64 y el poeta 44) y de alguna forma era su cable a tierra. Con el tiempo llegó Matilde Urrutia y Neruda abandona a la artista argentina, conocida como “La Hormiguita” desde los tiempos en que  conoció al autor chileno en España.

La ex directora de la Fundación Neruda, Aída Figueroa (94), recuerda  a Delia del Carril, interpretada en la película por la argentina Mercedes Morán. “Ella era una mujer muy regia, pero en el sentido original de la palabra, derivada de reyes. Era de hablar suave, de risa tenue, de movimientos lentos y de adoración incondicional a Pablo. El le pasaba todos los días los originales y Delia se los corregía. Cuando Neruda conoce a Matilde Urrutia, incluso le pide a Delia que se quede”, cuenta  Figueroa, también militante del PC en ese momento.

Luego aventura una comparación entre ambas: “No tienen nada que ver. Matilde era una mujer muy terrenal, mientras que Delia se crió entre lujos y riquezas en Europa, junto a la intelectualidad. Ni siquiera hablaba como argentina, no decía che. Hablaba un español muy elegante. Y también francés e inglés. Tocaba el piano. Pero no era muy doméstica, no sabía hacer un huevo frito. Eso sí, era militante del PC antes que Neruda”.  Figueroa, que junto a su esposo acogió al poeta durante varios días de la persecución, recuerda además las veladas en la casa de Neruda y La Hormiguita en La Reina: “A Pablo le gustaba que la gente lo pasara bien y se sintiera cómoda, alegre. No bailaba, pero era porque no sabía no más. Nunca le enseñaron. Almorzábamos los sábados y comíamos lo que había. Si faltaba algo había que ir a comprar. Empanadas o algún chuico de vino, como a mi me tocó alguna vez. Eso sí, nunca lo vi beodo, ni siquiera chisposo. Y siempre estaba con sus mujeres, las adoraba y con algunas probablemente tenía otro tipo de sentimientos. Las hacía reír y sentir importantes”.

La dimensión de quienes hoy recuerdan aquel 1948, el año en que Pablo Neruda vivió en peligro, será desafiada desde el próximo jueves por una historia que prefirió la imaginación al pie de página.

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