Histórico

Las trampas del relativismo y del subjetivismo

Si bien subjetivismo y relativismo juegan un rol importante en el pensamiento moral, son posturas teóricamente inconsistentes.

Ni para el subjetivismo ni para el relativismo existen "principios morales". ¿Pero qué son los principios? Existe consenso generalizado de que la propiedad, en su amplio sentido liberal - la propia vida, la integridad física, nuestra libertad y derechos de propiedad- deben ser principios básicos. Éste es el punto de partida para discutir la diversidad moral. Si olvidamos este fundamento de la sociedad liberal, podemos caer en la trampa del subjetivismo o del relativismo.

El subjetivismo parte de la base de que "lo que es correcto para mí, puede no ser correcto para ti". A primera vista parece una posición tolerante y respetuosa de la diversidad. Pero esta postura encierra un supuesto muy discutible y adolece de una contradicción lógica. Veamos ambos puntos.

¿UN ASUNTO PERSONAL?
De acuerdo al subjetivismo, la ética es un asunto personal y no existirían principios morales universales. Pero esto puede llevarnos a aceptar consecuencias inaceptables. Por ejemplo, si para mí el mensaje del Padre Hurtado de "dar hasta que duela" se convierte en un principio que sigo sin transar, en el extremo podría llevarme a no alimentar a mi familia. Esto sería inaceptable.

Si fuera subjetivista, tendría que aceptar el que otro mate a un vecino por cualquier motivo. Lo único que podría decirle es que no me parece "correcto". Así, nuestros juicios morales se reducirían a decir: "lo que hiciste es incorrecto desde mi perspectiva moral". Seríamos completamente indiferentes unos con otros.

Pero existe además un argumento lógico que demuestra que el subjetivismo es una posición contradictoria en sí misma. Recordemos que las decisiones morales se toman mediante la deliberación. Si un subjetivista toma la decisión de matar a quien muestre las piernas, hay dos posibilidades: si lo hizo simplemente porque hacía mucho frío, sería un caso de manicomio; pero si lo hizo porque piensa que es una provocación significa que tiene razones para su acción.

Cualquier razón que esboce proviene de un proceso social mediante el cual se dio cuenta de algo. En términos lógicos, aquél que plantea que la moral es un asunto privado, se estaría contradiciendo, porque de una u otra forma las razones para tomar una decisión moral se sustentan sobre un juicio social. Y la moral deja de ser un asunto solamente personal.

NI LO UNO, NI LO OTRO
El subjetivista, entonces, rápidamente puede cambiar de opinión, dándose cuenta de que Aristóteles tenía razón y la ética es un asunto social. Se convierte en relativista, predicando que la ética no es un asunto individual, sino que depende del entorno en el cual nos desarrollamos. Así, distintos países, sociedades o comunidades tienen distintas reglas morales.

Este argumento respetuoso de la diversidad moral tiene un gran problema: ¿Qué sucede si en un país, para fomentar el crecimiento económico, se instaura la esclavitud? ¿O si se legaliza el infanticidio? Si fuéramos relativistas diríamos que cada país tiene su propia moral. Esta posición nos llevaría a una especie de neutralidad moral: al aceptar lo inaceptable, esa aparente tolerancia se convierte en mera indiferencia.

Pero en el mundo globalizado en el cual vivimos no podemos simplemente decir "no me importa lo que pase en otros países". En una economía cada día más integrada, dependemos unos de otros.

PARA TENER EN CUENTA....
Por razones religiosas, culturales o tradiciones milenarias de algunas comunidades, la práctica de la circuncisión femenina continúa siendo habitual. En los países de África Central se calcula que entre un 43% y 97% de las mujeres han sido circuncidadas.

El debate sobre el tema se inició en los 80 y cobró más importancia en los 90. Una vez que se crea conciencia acerca de la extirpación o corte del clítoris en diferentes países y comunidades, organismos internacionales que lo consideraban un atentado contra los derechos humanos (OMS, ONU) denominaron esta práctica como "mutilación genital femenina".

En tanto, grupos que defendían esta costumbre milenaria simplemente la llamaban circuncisión femenina y lo ven como un rito ancestral de una tradición donde la autoridad patriarcal y el control de la sexualidad de la mujer son costumbres arraigadas.

Si fuéramos relativistas, aceptando que diversas comunidades tienen distintas costumbres, o sea códigos morales diferentes, simplemente tendríamos que estar de acuerdo con estas costumbres. Pero, ¿debemos permanecer indiferentes si sabemos que muchas mujeres mueren durante y después de la ceremonia de circuncisión?

Por otro lado, ¿podemos simplemente erradicar esta práctica milenaria sin respeto alguno por la cultura de estas comunidades?  El tema es complejo y, como ante cualquier situación moral, existen diversos argumentos. Entre los dos extremos, que son simplemente permanecer indiferentes o erradicar esta costumbre, pueden existir situaciones intermedias.

Una sería contribuir a que este rito se realice con mínimas condiciones de higiene y salud para así evitar infecciones. Otra sería educar a la comunidad. Y si la "educamos", ¿no estamos imponiendo nuestra cultura occidental sobre estas diferentes culturas ancestrales?

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