Histórico

Los lugares que renuevan la oferta del Jazz en Santiago

Con el clásico Club de Jazz próximo a reinaugurarse, hay una serie de locales que mantienen vivo el circuito jazzístico local.

La reapertura, a mediados de noviembre, del renovado Club de Jazz de Santiago a un costado del próximo a inaugurarse Mall Plaza Egaña (concretamente en la ex la Casa Maroto), cerrará el largo peregrinar que la institución tuvo luego de su forzado cierre luego del 27-F, en que debió abandonar su clásica sede de Macul con Irarrázaval.

En estos tres años y medio, el más antiguo recinto especializado en jazz de Santiago debió transformarse a la fuerza en una institución itinerante, con presencias en el Instituto chileno-norteamericano de Cultura, la Corporación Cultural de La Reina y el Bar La Chimenea, entre otros. Pero donde su impulso y eje de la actividad decayó y permitió la consolidación de otros lugares en el circuito santiaguino.

Ahora, el porvenir del Club de Jazz se ve prometedora, justo cuando cumple 70 años de vida. Su nueva sede (arriba) tendrá dos escenarios, un restaurante (La Fabricca), salas de ensayo, talleres musicales, una librería y un taller de luthería. Su programación será también amplia, con dos conciertos por noche de martes a domingo.

Su reaparición impulsará de manera notable la escena santiaguina, la que está reducida a un par de nombres importantes. El más persistente ha sido el Thelonious, lugar de jazz, que funciona de manera ininterrumpida desde hace una década en calle Bombero Núñez, al llegar al Cerro San Cristóbal. Es el actual escenario que articula la energía de las generaciones de jóvenes jazzistas, con una programación ininterrumpida de martes a sábado. El sello esencial de Thelonious (nombrado así en honor al pianista Thelonious Monk), es una programación con los mejores músicos del circuito local, y el tener dos conciertos por noche.

"Tener un club de jazz significa estudiar, aprender, profundizar la idea", dice Erwin Díaz, poeta y dueño del Thelonious. En su recinto, se lanzan prácticamente todos los discos del jazz actual, y tiene visitas internacionales con frecuencia. Como el saxofonista Jerry Bergonzi y el pianista danés Carl Winther (foto superior), quienes dieron un par de notables actuaciones en agosto. "Tengo la suerte de que los músicos que frecuentan el boliche son los mejores del circuito", refrenda Díaz.

Si se compara la oferta de clubes especializados con la profusión de músicos y trabajos discográficos, la escasez de lugares apropiados es notoria. Hasta agosto funcionó el Bistrot Jazz Club Le Fournil, en el Patio Bellavista, quien mantenía una carta de conciertos entre martes y sábado. Pero la actividad acabó cuando su dueño, el francés y amante del jazz Jérôme Reynes, vendió el local. Ahora está abocado en preparar un nuevo restaurante con club de jazz incluido en el Castillo del Parque Forestal (frente al Museo de Bellas Artes), el que comenzaría a operar a inicios del 2014.

El otro club que se ha ido consolidando desde su apertura en junio de este año, es The Jazz Corner, de propiedad del trompetista Cristián Cuturrufo, ubicado en el Barrio Italia (Santa Isabel esq. Condell). Tiene una oferta programática en que se mantiene un elenco de músicos estable, liderada por el propio Cuturrufo, más algunos invitados. Uno de sus hitos fue la jam session liderada por Esperanza Spalding en junio (foto inferior).

"Estamos desde martes a sábado a tablero vuelto todos los días, y hemos consolidado un programa en que ofrecemos tango los martes, bossa nova los miércoles, blues los jueves y jazz los viernes y sábado, donde toco yo junto a una banda", explica Cuturrufo. En estos casi cinco meses de funcionamiento, la experiencia ha sido ampliamente positiva y el trompetista ya está pensando en ampliarse.

Sumado a estos lugares, existen otros que ofrecen programación jazzística de manera parcial o esporádica. En Peñalolén destaca el Centro de eventos Kahuin, donde se ha presentado con éxito la banda Fulano, una de las agrupaciones señeras del jazz fusión del país. También el Bar Cinco minutos, de barrio Italia, el restaurante Opera Catedral, del barrio Bellas Artes, que ha ido perdiendo presencia en el circuito, y el Maldito Chef, un bar restaurante ubicado encima del Teatro Municipal de Las Condes, en Apoquindo y ofrece el día viernes con programación jazzística.

Junto a ellos, otros quienes sostienen la oferta son el Instituto chileno-norteamericano de Cultura, La Corporación Cultural de La Reina y El Centro Chimkowe, Goethe Institut y Centro Cultural Montecarmelo. Un caso especial es el Mesón Nerudiano, un restaurante de calle Dominica que todos los viernes, desde hace ocho años, es el reducto estable de Cultrera, Espinoza y Cia., la banda local que más ha persistido en el swing, y escuela de varios músicos jóvenes que destacan en el circuito.

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