Histórico

Manon, una cortesana en puntas de pie en el Teatro Municipal

Con coreografía de Kenneth MacMillan, la pieza se presenta desde el viernes.

Idealmente un ballet es protagonizado por una doncella que se convierte en ave (El lago de los cisnes), una aldeana soñadora que muere de amor (Giselle), una niña  y sus juguetes (El cascanueces) y hasta una muñeca mecánica (Coppélia). También puede haber amantes inmortales (Romeo y Julieta), futuras princesas de cuentos de hadas (La bella durmiente, La cenicienta) y triángulos amorosos en los templos de la India (La Bayadera). Desde hace 41 años, existe también una cortesana que se mueve en puntas de pies con la misma propiedad que la virginal Clara de El cascanueces y que, como todas sus pares de la danza universal, también clama por amor eterno.

En rigor la experiencia no es nueva en la música clásica y La traviata, la más popular de las óperas, también es la historia de una dama de compañía, en ese caso condenada a la muerte lenta de la tuberculosis. El género del ballet, sin embargo, tuvo que esperar hasta 1974 para encontrar un personaje con similar realismo: este fue Manon, la protagonista de la obra homónima que se presenta desde este viernes en el Teatro Municipal.

Con Katherine Rodríguez como Manon y Luis Ortigoza en el rol del caballero Des Grieux (que se alternan en funciones con Romina Contreras y Sebastián Vinet, respectivamente), Manon es una de las creaciones cumbres del coreógrafo británico Sir Kenneth MacMillan (1929-1992). En Chile se montó por primera vez en  2000 y se repitió en 2005. Aún más: el Ballet de Santiago fue el único de Latinoamérica que tenía sus derechos de representación hasta que en 2010 se empezó a dar también en el Teatro Colón de Buenos Aires. En aquella reposición al otro lado de la cordillera intervino el “coreólogo” inglés Karl Burnett, quien ahora está en Chile, ensayando día a día para encontrar el tono perfecto de este drama ambientado en la Francia del siglo XVIII y que utiliza música de Jules Massenet (1842-1912).

Curiosamente, las partituras utilizadas no son las de su ópera Manon, sino que se trata de una serie de extractos de otras de sus creaciones para la escena, arregladas aquí por Leighton Lucas.

“Es una obra extremadamente difícil y el rol en el que  termino más cansado”, explica Luis Ortigoza, primer bailarín del Ballet de Santiago. “Hay muchos detalles en cada escena, demasiadas aristas y recovecos en los personajes y todo tiene un gran sentido narrativo. Esa era una de las características de Kenneth MacMillan: él no ponía los pas de deux u otros pasos sólo para mostrar virtuosismo, sino siempre al servicio de una historia. Para él cada movimiento cuenta”, agrega.

En el rol del caballero Des Grieux, Ortigoza es algo así como la mitad pura e ingenua de esta pareja formada por él y su amante Manon. Mientras él puede pagar sus gustos caros y surtirla de vestidos y joyas, Manon lo acompaña. Cuando cae en la deudas, lo abandona por  Monsieur GM, quien le da el sustento y goce material que Des Grieux ya no puede. La vida aburrida junto a Monsieur GM está sin embargo a la vuelta de la esquina y tarde o temprano Manon volverá a los brazos del empobrecido Des Grieux. También, de una forma u otra, el peso de la ley y la condena social caerá sobre ellos.

“Hay un elemento erótico y sensual que cruza la obra, pues es inherente a ella. Ambos se enamoran, se apasionan y, claro, hacen el amor”, dice Ortigoza. “Pero por otro lado el personaje de Des Grieux es increíblemente leal, capaz de matar por seguir a Manon hasta las últimas consecuencias. Se deja pisotear incluso por las circunstancias. Manon es muchas veces contradictoria, siempre interesada en ascender socialmente, pero atada de una u otra forma a Des Grieux”, añade sobre la trama que se inspiró en la novela Manon Lescaut (1753) del abate Prévost.

La presencia del coreólogo Karl Burnett en Chile significa que el ballet es directamente supervisado por la Fundación MacMillan. “El tiene algo así como la Biblia en sus manos, pues a través de un método especial posee todo el ballet anotado en un libro. Eso es la coreología, un sistema de escritura de los pasos de ballet a través del llamado método Benesh”, explica Ortigoza.

Criado en el hogar de un obrero escocés con cuatro hijos, MacMillan se trasladó a corta edad con su familia a  Inglaterra y sufrió los ataques aéreos  alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Aquella infancia y juventud empobrecida lo marcarían para siempre e incluso está en el origen de su interés por llevar al ballet la novela de Prévost, antes hecha ópera también por Giacomo Puccini.

Para MacMillan, quien también creó el ballet Anastasia (sobre la supuesta princesa que escapó de la Revolución Rusa), el deseo de Manon por huir de la miseria era absolutamente justificado. Aunque en el camino volviera loco de amor a Des Grieux.

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