Muere Oliver Sacks: el neurólogo que hizo de la ciencia un arte
Fue representado en el cine por el actor Robin Williams en la película Despertares. El científico británico que mostró el lado oscuro de la mente en libros como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero falleció ayer, en Nueva York, a los 82 años.

Sobraban definiciones para nombrarlo: Poeta laureado de la medicina contemporánea, Científico de las letras y Antropólogo de la medicina. Finalmente, un extraño en dos territorios aparentemente distantes, la medicina y el arte, pero siempre bien recibido en ambos.
Un largo camino tuvo que recorrer Oliver Sacks para convertirse en un autor bestseller traducido a 25 idiomas y en un reconocido neurólogo capaz de sacar del letargo a cientos de pacientes. “Hace un mes me encontraba bien de salud, incluso francamente bien. A mis 81 años, seguía nadando un kilómetro y medio cada día. Pero mi suerte tenía un límite: poco después me enteré de que tengo metástasis múltiples en el hígado”, escribió en una columna, en febrero pasado, en el diario The New York Times.
Era su carta de despedida. Ayer, el científico británico que inspiró al dramaturgo Harold Pinter, elogiado por poetas como W.H. Auden, y que fue interpretado en el cine por el actor Robin Williams, falleció en Nueva York, a los 82 años.
En la década de los 60, Oliver Sacks se instaló en Estados Unidos. Sus estudios nacían de preguntas que parecían sencillas: ¿Qué dicen de nosotros las alucinaciones?, ¿Hasta qué punto un autista está aislado del mundo en el que vive?, ¿Cómo funciona la memoria? o ¿Nos define una enfermedad que padecemos?
Mientras, atendía en el Hospital Beth Abraham del Bronx. Fue en este lugar donde conoció a una serie de pacientes que padecían encefalitis letárgica, enfermedad que había sido una epidemia en los años 20. Sus sobrevivientes eran seres que cada día despertaban para quedarse inmóviles mirando el techo o a una pared, como zombies de mentes vacías.
Pero el doctor Sacks comenzó a suministrarles la droga L-Dopa, que se usa para el tratamiento del Parkinson. Los pacientes “despertaron” y el cambio fue registrado en una serie de testimonios, que Sacks reunió en el libro Despertares (1973), el cual se volvió un clásico de la literatura médica. Además, sirvió para divulgar los efectos de enfermedades mentales que no están a la vista. También enseñaba a empatizar. Luego sería profesor clínico de neurología en el Colegio de Medicina Albert Einstein y en la U. de Columbia.
“Un libro que te hace tomar plena conciencia de la fragilidad de nuestras vidas”, señaló sobre Despertares, la Premio Nobel de Literatura, Doris Lessing. “Sacks se acerca más a Herman Melville que a Charles Darwin”, anotó el diario británico The Sunday Times.
Así nació un par de décadas después, la película Despertares (Awakenings en inglés, 1990), dirigida por Penny Marshall, donde el actor Robin Williams, bajo el nombre de Malcolm Sayer, interpretaba a Oliver Sacks. Uno de los pacientes protagonistas era el actor Robert De Niro. El largometraje alcanzó tres nominaciones a los premios Oscar.
Millones de palabras
Oliver Sacks nació en Londres en 1933. Sus padres también fueron médicos. Su madre fue una de las primeras mujeres cirujanas en Inglaterra. Oliver estudió fisiología y biología en Oxford, y fue el menor de cuatro hermanos. Uno de ellos, Michael, padecía de esquizofrenia. A Oliver, su madre lo maldijo, cuando le contó que era homosexual.
“A veces, la enfermedad nos puede enseñar lo que tiene la vida de valioso y permitirnos vivirla más intensamente”, dijo Sacks en los 90. “No quiero parecer sentimental ante la enfermedad. No estoy diciendo que haya que ser ciego, autista o padecer el síndrome de Tourette, en absoluto, pero en cada caso una identidad positiva ha surgido tras algo calamitoso”, agregó, quien se había adjudicado otro título popular con El hombre que confundió a su mujer con un sombrero publicado en 1985. En el libro narra una serie de casos clínicos de personas que sufrían diferentes alteraciones neurológicas. El trastorno de prosopagnosia es el que le da título al libro: la incapacidad de reconocer los rostros.
El mismo Sacks padeció el problema, luego que se le detectara un tumor en el ojo derecho en 2005. “Hoy me van a hacer las pruebas de funcionamiento del hígado. ¿Se ha extendido la bestia hasta el hígado? ¿Ha hundido sus garras en mis órganos vitales? ¿Moriré a causa del melanoma? La idea no deja de rondarme la cabeza”, escribió en el libro Los ojos de la mente (2010). Y así fue: su muerte fue producto de la metástasis en el hígado.
El doctor Sacks recibía en promedio 10 mil cartas al año. Pero solo respondía “a los menores de 10 años, a los mayores de 90 y a aquellos que estaban en la cárcel”, señaló el obituario de The New York Times.
Hace 20 años había publicado siete casos neurológicos relacionados con la identidad en el título Un antropólogo en Marte. Algunos de sus protagonistas: un hombre que tras toda una vida de ceguera recupera la vista, un pintor que luego de un accidente deja de ver los colores, una profesora autista sólo capaz de comprender a los animales y un cirujano cuyos continuos tics aparecen al momento que opera.
Sin embargo, Sacks era mucho más que un doctor preocupado de cómo funciona la mente. Desde joven le gustaron las motos. Prueba de ello es la portada de su autobiografía: On the move apareció en mayo pasado en EEUU. Un retrato en blanco y negro donde Sacks aparece con chaqueta de cuero sobre una máquina oscura de dos ruedas marca BMW.
“Tengo la impresión de que me he mantenido siempre a cierta distancia de la vida”, escribe en el volumen en el que cita a figuras como Alexander von Humboldt, Charles Darwin o Sigmund Freud.
También recuerda un episodio triste de su pasado. El día que le dijo a su madre que era homosexual. “Eres una abominación, ojalá no hubieras nacido”, le dijo ella.
El narrador sigue y relata cómo perdió la virginidad en Amsterdam y sus años dolorosos cuando fue adicto a las drogas.
“A lo largo de mi vida he escrito millones de palabras, pero escribir me sigue pareciendo tan divertido y refrescante como cuando empecé hace casi 70 años”, apunta en sus memorias.
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