Es lo más cercano a un pijama party en versión masiva. Cerca de cinco mil personas, en su mayoría mujeres y jóvenes que aún no rasguñan los 20 años, esperan nerviosos -con cintillos en la frente y cámaras bien empuñadas- el arribo de la gran reina de la fiesta. 21.33 horas y Nelly Furtado, que deslumbró en Viña 2008, salta a escena en el Movistar Arena, con ajustados pantalones plateados que traslucen sus pronunciadas curvas y sus generosas caderas.

Maneater es el primer bocado, en un escenario con una pantalla central y dos laterales. La ovación es total, aunque medida. Porque también se trata de una celebración íntima: la artista no repletó su espectáculo y el reducto se dispuso para una convocatoria moderada, con el escenario en la mitad de la cancha. Una cercanía con el público que calza con una de sus mayores cualidades: su calidez. Durante la tarde subió a una treintena de fans a su prueba de sonido y fue pura sonrisa en su estada en hotel y camarines, donde recibió Disco de Platino por las ventas digitales del álbum Mi plan.

Pero el punto máximo en su buen trato con el respetable llega cuando sube a una fan de cumpleaños, previamente elegida a través de un llamado por las pantallas del recinto. La afortunada, de nombre Fernanda,  se sienta en la mitad del escenario y sus dos coristas -ambas de ascendencia chilena, según advierte Furtado- le ponen un gorro. Ahí el festejo está servido. La fan toma fotos con su celular y su ídola canta el tema Feliz cumpleaños a sus pies.

Es el retrato de una figura  tan jovial y encantadora como una fiesta de quince.