Paola Muñoz, volando en dos ruedas
La ciclista de 30 años, clasificada al gran fondo en Río, vive uno de los períodos más intensos de su vida: estudia, entrena seis días a la semana, vende bicicletas, integra el equipo Xirayas de San Luis y se convirtió en la primera chilena en el Giro de Italia.
Si usted es un competente usuario de las ciclovías santiaguinas y le supera una mujer calzando zapatos con tacos y cartera en el hombro, no se sorprenda; quizás se trate de Paola Muñoz, integrante del Team Chile clasificada al gran fondo de los Juegos Olímpicos. "Más de una vez se han sorprendido al verme pasar. No saben que soy profesional", dice Muñoz, sonriendo.
Se mueve como un rayo por las ciclovías porque, además de ser ciclista hace más de 15 años, lleva consigo experiencias como el oro en la ruta en los Odesur de Santiago y la participación en Londres 2012. Y muchas veces lo hace sin delatar su rol, porque su día a día abarca mucho más que la preparación para una cita de los anillos. Además de olímpica, es empresaria, estudiante, esposa y madre.
En el cerro San Cristóbal, uno de sus hábitats de entrenamiento, sí deja en evidencia su casta pedalera. Entrena unos seis días a la semana, entre 90 minutos y tres horas por sesión, en rodillo (bicicleta estática) o al aire libre, además de ejercitarse en gimnasio tres veces por semana.
"Siempre busco tirar la potencia, la fuerza que ejerzo en cada pedaleada, lo más arriba posible. El primer día trabajo al 85 o 90% de mi potencia, al segundo día al 75 o 80% y al tercer día, al 60%. Realizo tests en rodillo para definir la energía que genero y la acidez de mi sangre; eso me da una escala de potencia. Y hago mi plan de entrenamiento según esa escala", detalla la deportista entrenada por Sirinio Saavedra, el mismo mentor de José Luis Rodríguez, también clasificado a Río. Y a todo eso se suma el pedaleo del cotidiano, porque no le gustan los autos. "A veces me toca acompañar a mi marido en el auto y echo mi bicicleta al maletero. Cuando hay mucho taco le digo, 'lo siento, pero me bajo'", relata.
Está casada con Gonzalo Garrido, compañero suyo en Londres 2012, quien es un pilar de su preparación, un soporte emocional y técnico.
"Ha sabido transmitirme su experiencia, porque el ciclismo también conlleva estrategia: cómo desenvolverme en pelotones, dosificar la potencia en la carrera... Él también se preocupa de la elección de mi material e irá a Río para ayudarme", explica.
La complicidad también pasa al ámbito laboral. Y otra vez la bicicleta se suma a la ecuación. "Tengo una empresa con él: Gamu Limitada, de venta de bicicletas. Soy la encargada de cobranzas, trámites con banco, esa área", cuenta la también estudiante de Ingeniería en Administración de Empresas en la U. Andrés Bello. "¡Uf, llevo años estudiando!", dice, riendo. "Entré en 2005 y estudié dos años, luego volví cuando clasifiqué a Londres y estoy avanzando con dos ramos por semestre. Me quedan dos o tres para terminar".
Y como guinda de la torta, está la maternidad. "Mi hija Javiera tiene 10 años y sabe que me toca viajar. Lo ha vivido desde pequeña y lo entiende", relata.
El ajetreo de su vida es intenso, pero afortunadamente gira en torno a las bicicletas. Por lo tanto, no le falta foco en el vehículo y el deporte que le apasiona. Actualmente es más profesional que nunca entre dos ruedas y alcanzó diversos hitos para el ciclismo nacional.
En noviembre pasado fue contratada por el equipo argentino Xirayas de San Luis, paso que asegura que "nunca se había dado en Chile". Y con su victoria en el GP de Schellebelle, de Bélgica (2.15'13" para 85,4 kms.), y puestos en el top 20 en carreras de Italia y Holanda, fue invitada a uno de los más tradicionales torneos del ciclismo en ruta mundial: el Giro de Italia Femenino o Giro Rosa. Muñoz compitió en ese país desde el 1 de julio y ayer terminó su participación. Concluyó el 84 puesto de la clasificación general, con un tiempo de 24'10"25, a 1.27'45" de la ganadora, la estadounidense Megan Guarnier y su mejor resultado ha sido fue 59ª, en la cuarta etapa, entre las localidades bergamascas de Costa Volpino y Lovere.
"Los participantes del Giro se escogen con pinzas y nunca antes en la historia se había invitado a un equipo profesional sudamericano a la competencia. Es un honor máximo. Todos quieren estar en ella, y nadie puede hacerlo sin invitación", cuenta.
Atrás quedaron los días de inquietud por la acusación de dopaje en el Odesur 2014, que le costó tiempo de trabajo y dinero en expertos para probar su inocencia. Todo ha conspirado a favor de que Paola Muñoz asegurara un cupo a Río con un puesto 96 a nivel mundial. Y, por supuesto, para que llegue a su segundo certamen olímpico en el auge de sus pedaleos y de su vida.
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