Para ayudarle a Darwin con sus emociones
Aprovechando internet, se reanuda uno de los experimentos menos conocidos llevados a cabo por Charles Darwin, sobre la expresión de emociones... y todos podemos participar.

En 1868, Charles Darwin emprendió un estudio para probar que los humanos, como los animales, tienen un conjunto de expresiones emocionales innatas y universales: un código que usamos para entender y para que nos entiendan los sentimientos.
El Proyecto de Correspondencia de Darwin, cuya tarea es publicar y digitalizar miles de las cartas del científico, está recreando el experimento casi 150 años más tarde, para poner a prueba sus resultados y llamar la atención sobre su contribución a la psicología.
El experimento original tuvo lugar en la sala de Down House, la casa de campo de Darwin en Kent, Inglaterra, durante una serie de cenas entre marzo y noviembre de 1868, cuando le pidió a los invitados sus impresiones al ver las fotografías de un hombre con su rostro congelado en una gama de posiciones.
Eso era seguido por un cuestionario que fue distribuido por todo el mundo, uno de los primeras encuestas de la historia.
"El señor Darwin trajo unas fotografías que le tomaron a un francés, con ciertos músculos de la cara del viejo galvanizados, para ver si leíamos bien la expresión que producía el activar esos músculos", escribió uno de los invitados en una carta a su hermana.
El experimento era poco científico para los estándares modernos, por la falta de un grupo de control y porque la muestra era demasiado pequeña. Pero era revolucionario para su época.
"Era típico de Darwin que usara lo que tenía a mano", señala Alison Pearn, del Proyecto de Correspondencia de Darwin.
Según Duchenne, el sujeto era "un hombre viejo y sin dientes, con una cara delgada, cuya apariencia, sin ser precisamente horrible, era más o menos anodina". Su "inteligencia era limitada", añadió.
Usó 11 fotografías en blanco y negro originalmente tomadas por el anatomista francés Guillaume-Benjamin Duchenne, para examinar el movimiento de los músculos faciales.Usó electrodos para manipular los músculos de la cara del hombre y crear varias expresiones.
A pesar de que parece estar sintiendo algo de dolor, Darwin escribió más tarde que el hombre era "muy poco sensible", pues sufrió un trastorno médico que le dejó la cara adormecida.
Darwin le mostraba las fotografías a cada uno de sus invitados individualmente y les preguntaba qué emoción estaba sintiendo el sujeto. Recolectaba sus respuestas en una mesa y escribía en pedazos de papel.
Según esas notas, sus sujetos coincidieron casi unánimemente con ciertas fotografías: aquellas que mostraban temor, sorpresa, felicidad, tristeza y furia.
Tras el experimento, Darwin distribuyó su cuestionario por el mundo. No podía mandar las fotos mismas pues eran muy valiosas. Pero preguntó sobre expresiones faciales y gestos, como encoger los hombros y sonrojarse, en diferentes culturas.
Contaba con una vasta red de personas con las que se escribía -más de 2.000 en su vida- y recibía respuestas de viajeros y misionarios desde lugares tan remotos como África del Sur, India, China, América del Norte y Australia.
AYER Y HOY
Darwin quería probar que hay una serie de emociones "cardinales" que son expresadas y percibidas por todos los humanos de la misma forma, y que son innatas o biológicas.
Quería refutar uno de los argumentos contra su teoría de la evolución: que la habilidad de sentir, expresar y leer emociones era única de los humanos (de manera que no podían haber descendido de los monos).
Pero ¿qué tan precisos eran sus resultados?
Eso es lo que Pearn y su equipo quieren descubrir.
Para ello han creado una clic herramienta interactiva (en inglés) que le permite al público ver cada uno de los 11 retratos y dar sus propias interpretaciones de las expresiones del francés.
Luego compararán las respuestas para ver si coinciden con los resultados de la pequeña muestra de Darwin.
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