Histórico

Pdte. de Grupo de Amigos del Pequeño Cottolengo: "Sename tiende al abandono de los niños como si fueran basura"

El ex empresario Ramiro Urenda, quien dejó los negocios y se acercó a la institución que atiende a niños con capacidades diferentes, analiza la situación de los menores vulnerados.

Hace casi dos años, Ramiro Urenda, empresario y ex gerente general de Derco, decidió dejar los negocios para dedicarse a la filantropía. Así, se acercó a la Fundación Pequeño Cottolengo, dependiente de la congregación Pequeña Obra de la Divina Providencia, para formar el Grupo de Amigos del Pequeño Cottolengo, entidad que hoy agrupa a cerca de 200 asociados. Con ellos, busca visibilizar la labor de esta entidad colaboradora del Servicio Nacional de Menores (Sename), que cuenta con tres centros en el país (Santiago, Rancagua y Quintero) para el cuidado de niños y jóvenes con capacidades neurológicas limitadas, por lo que necesitan apoyo médico y humano constante.

En los últimos meses, la imagen de la institución se ha visto afectada tanto por la crisis del Sename como por la muerte de dos menores y de un adulto que estaban bajo su cuidado, en junio pasado. Esto trajo a la memoria los casos de abusos sexuales que se han denunciado en su interior y que en 2006 terminaron con una condena de 15 años de presidio para el sacerdote de la orden, Jorge Galaz, por los delitos de violación de dos menores. “¿Y qué culpa tienen los niños?”, se pregunta Urenda al respecto. “La obra de estos sacerdotes es mucho más grande. Somos los únicos que hacemos algo similar”, agrega.

Tomando en cuenta la relación del Cottolengo con el Sename, ¿cómo calificaría su desempeño?

Me parece que el Sename es una institución cínica y grosera. Pero también extraña y curiosa, porque reúne en el Ministerio de Justicia ámbitos que no deberían estar juntos: los menores de edad delincuentes con los menores drogadictos, los vulnerados, los abusados sexualmente y los niños con deficiencias mentales. No sólo es urgente la separación de esas funciones, sino que hay que cambiar su funcionamiento. El Sename tiene un sistema de evaluación de instituciones para definir las asignaciones y lo que manda es la productividad de los niños. Más subvención mientras más rápido pueden volver a la sociedad. Y eso es la antítesis de la humanidad. El Estado los trata como los trataría el mercado, cuando debiera  corregir las falencias del mercado.

¿Cuánto es la asignación?

El Sename entrega $ 250 mil por cada niño al mes, pero el costo de mantenerlos es de $ 1,2 millones. En cambio, a los jóvenes delincuentes les entregan $ 700 mil, porque pueden ser productivos. Pero esta subvención llega sólo al 80% de los niños que viven acá, ya que una vez que cumplen 18 años el Estado aporta cero peso. En su mayoría, los niños que aquí viven fueron literalmente botados de por vida por sus familias. Entonces, el sistema del Sename propende al abandono de los niños, como si fueran basura, antes de los 18 años.

¿Cómo se financia entonces el Pequeño Cottolengo?

El 80% proviene de aportes privados. Aquí se cree mucho en la divina providencia. Hay donaciones internacionales, pero siempre hay una inestabilidad que no nos permite proyectarnos. Por eso estamos creando este grupo de amigos, con un modelo diferente a otras instituciones exitosas que operan con donaciones pequeñas de miles de personas. Preferimos menos socios que aporten más y se involucren más, que donen también tiempo y experiencia en labores como la campaña de televisión que estamos lanzando, que fue una colaboración gratuita de todos los involucrados.

¿Tiene expectativas con Solange Huerta a cargo del Sename?

Tengo expectativas muy bajas. No veo en su currículo capacidades técnicas para manejar instituciones de este tipo. Tampoco puedo juzgar sus acciones como fiscal. Lo que me parece reprochable es que el cargo sea de confianza de la Presidenta, cuando debe ser técnico, y que una fiscal ahora sea la directora, sabiendo de sus conexiones con el Partido Socialista y la relación que tuvo con la Presidenta en el caso tsunami, aunque haya tenido razón en las decisiones que tomó.

¿Cómo afectaron los casos de abusos sexuales a la institución?

Por supuesto que mal, y la han afectado de manera injusta. Lo que pasó en Rancagua en 2006 es un caso único, porque el sacerdote fue condenado por la justicia (civil), pero fue declarado inocente por la justicia eclesiástica. Y respecto de la denuncia de 2012, el caso fue sobreseído por todas las instituciones.

¿Y cómo explican la muerte de estos dos menores en junio?

En el Cottolengo los niños tienen tantas enfermedades, tienen una fragilidad de salud tal asociada a su discapacidad, que existe una suerte de normalidad en las muertes. Incluso, las instituciones de salud declararon la normalidad de estas muertes.

¿Cómo proyectan recuperarse de estas situaciones?

Dando la cara, contestando las preguntas y saliendo a la calle  para hacer visible esta labor. En noviembre realizaremos la segunda versión del Parque Feliz, un evento familiar que haremos en el Parque Bicentenario (Cerrillos), con juegos infantiles y actividades de entretención, para que las personas conozcan el trabajo del Cottolengo y puedan compartir con estos niños.

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