Peyton Manning le puso el broche de oro a su brillante carrera
El quaterback de los Denver Broncos regresó de las sombras para ganar su segundo SuperBowl y, con 39 años, retirarse a lo grande. A menos que él diga lo contrario.<br><br>
Peyton Manning, mariscal de campo de los Denver Broncos, flamantes campeones del SuperBowl, se ha ganado con justicia el rótulo de leyenda del fútbol americano.
Llegó a la NFL en 1998 para jugar en los Indianapolis Colts y desde entonces ha acumulado cinco premios al jugador más valioso y ha disputado cinco finales de liga ganando dos (una con los Colts) contando la de este domingo.
En Indianapolis tiene la marca de más temporadas consecutivas consiguiendo más de 4 mil yardas por pase. Es también el poseedor de la tercera mejor marca de eficiencia de pase en la historia de la liga. Esos números, junto a tantos otros, llevaron a que en 2009 fuera escogido como el jugador de la década.
Pero no todo ha sido bonito. En 2011 sufrió una lesión que lo tuvo de baja todo el curso. Pasó varias veces por el quirófano y cuando la competencia acabó su equipo decidió darlo de baja por su alto salario y su avanzada edad.
Fichó con unos Broncos que aceptaron el riesgo de tener un jugado con salud inestable en su equipo. La prensa y los fanáticos lo han retirado varias veces, incluso los doctores le han recomendado dejar el deporte, su deporte, en el olvido. Pero él es resiliente. No por nada le dicen el Sheriff. Él da las órdenes, no las recibe."El doctor, algunas veces, te va a mencionar cosas, aunque no las hayas preguntado. A mí me dijo: ‘Oye, probablemente vas a necesitar una prótesis de cadera’. Y yo le contesté: ‘Gracias por compartirlo conmigo, estaré atento cuando tenga 52 años", contó en la conferencia previa al gran partido.
La temporada de Peyton Manning estuvo lejos del brillo de antaño. En 10 partidos ha realizado 9 pases de touchdown, 2,249 yardas totales y un 59.8% de ejecución. Consciente de las limitaciones de sus músculos, Manning igual se las arregló para ser el estratega en el campo de batalla de un equipo que basa su éxito en una rocosa y agresiva defensa.
Hoy todas las cámaras fueron para él, cómo no. Era su momento. Dejó el estadio de San Francisco con el puño en alto, una retirada digna de su estatura.
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