Plaza Las Lilas: Para los amantes del barrio
<img height="15" alt="" width="99" align="left" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/210300.jpg " /> <br /> A pesar de la demolición del cine, nuevas construcciones han ido apareciendo, pero la cara de este típico barrio se ha mantenido.
Un heladero toca las campanillas de su triciclo y los niños corren para acercarse a ver qué sabores hay. Un señor de mediana edad toma sol como si estuviese en el litoral (es decir: sólo equipado con un short y una visera). Madres jóvenes con los coches más modernos pasean a sus retoños. Perros finos y otros no tanto disfrutan también de la plaza. Muchos niños jugando entremedio de gente que decide hacer un alto tomándose unos minutos en este pedazo de pulmón de Providencia. Así, más o menos, se ve la plaza Las Lilas a media tarde en un día de semana.
Matías Lama, barista (algo así como un sommelier del café) y dueño del Espresso Bar, ubicado a la vuelta de la plaza, es uno de los enamorados de este barrio. Lo conoció más de cerca, cuando hace algunos años anduvo por estas calles cerrando un negocio y el flechazo fue inmediato "Comencé una búsqueda frenética de un departamento en el sector, hasta que ¡lo encontré! Me encanta, es un pequeño barrio neurálgico, está conectado rápido con El Golf y también con el centro. Desde que me cambié que ya no uso auto".
La apacible vida de este barrio fue remecida hace varios años, cuando se tomó la determinación de demoler el tradicional cine Las Lilas, que era de esos donde se daba matiné, vermut y noche, para desarrollar un proyecto inmobiliario. Los vecinos se organizaron para tomar cartas en el asunto y formaron el movimiento Defendamos Plaza Las Lilas. Reclamaron por todas partes, salieron en los medios y, finalmente, lograron que se rehiciera el proyecto inmobiliario y se le bajaron siete pisos a la torre más alta. La importante gestión y organización que desarrollaron les permitió trabajar en la reforma al Plan Regulador de Providencia y algunos de sus organizadores se unieron a la Fundación Defendamos la Ciudad: "Desde esta nueva ubicación, nos encontramos participando en el apoyo a otros movimientos ciudadanos", señala Víctor García, uno de los rostros de esa lucha.
El proyecto inmobiliario ya está terminado, esperando ser habitado, pero la plaza sigue allí y continúa llegando gente a vivir a este barrio, encantados por ella y su entorno. María Eugenia hace 40 años que es dueña de la peluquería que se ubica justo al lado del café de Lama. Dice que el barrio ha cambiado, "antes se veían puras sillas de ruedas y hoy son coches último modelo los que se ven por estas calles". Para ella también es importante la consigna de que hay que adaptarse a la modernidad, pero aun así ruega para que este entorno no se llene de edificios.
Otra de las pioneras en los boliches de la vuelta de la plaza es María José Barandarián, dueña de El Sabor de Buenos Aires, una boutique de panes que en esta sucursal funciona también como café. El negocio se instaló hace casi una década y como una casualidad; hoy, María José es una amante del barrio, vive a media cuadra del café y piensa que los nuevos proyectos han traído a gente más joven y también a gente mayor que tiene una vida activa e independiente. Dice que aquí se produce una intersección de gente interesante y gozadora, "gente apasionada por el barrio".
Unos en contra, otros a favor de los proyectos inmobiliarios de este entorno, lo cierto es que la plaza Las Lilas sigue viva y alimentada no sólo por quienes viven en sus alrededores.
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