¿Por qué nos ponemos nostálgicos?
Es un sentimiento que se produce por estos días más que en ninguna otra fecha del año. Pero no le haga el quite, porque es básico para nuestra estabilidad emocional: eleva el sentido de conexión social y ayuda a manejar las preocupaciones existenciales más profundas.
EN EL especial La Navidad de Charlie Brown, estrenado el 9 de diciembre de 1965 por la CBS en Estados Unidos, el protagonista (sí, Charlie Brown) se siente deprimido de cara a la Pascua. Anda tan cabizbajo que Lucy van Pelt, la sicóloga y matona del grupo, decide apoyarlo nombrándolo director de la obra de teatro navideña del colegio. Lo que no ayuda mucho. Todo se desarrolla así hasta que en una de las escenas Charlie Brown camina en dirección a la laguna de patinaje junto a su amigo Linus (sí, el de la mantita) y estalla: "Yo creo que tiene que haber algo malo conmigo, Linus. Se acerca la Pascua, pero no estoy feliz. No me siento como me tengo que sentir", dice mientras los dos niños miran la nieve caer.
Lo que pasaba con Charlie Brown no era algo tan raro. No era depresión ni nada por el estilo. El experimentaba algo que muchos sufren en torno a esta época del año: nostalgia. Se trata de un fenómeno bien documentado por la sicología y que se produce por la fuerte carga emocional que acarrean estas fiestas. La época en que nos reencontramos con nuestros seres queridos y producimos muchos de los recuerdos que llevaremos por el resto de nuestras vidas. Lugares y anécdotas que atesoramos por siempre y a los que echamos mano en cada reencuentro y reunión. Hoy sabemos, por trabajos de la U. de Le Moyne College, en Nueva York, Estados Unidos, que la nostalgia se produce por estos días más que en ninguna otra fecha del año. Lo que es una buena noticia: este sentimiento es una de las piedras angulares de nuestra estabilidad emocional e, incluso, nos ayuda a ser más resilientes para enfrentar las fiestas sin nuestros seres queridos.
Aunque la nostalgia no siempre fue lo que es hoy. Por siglos se le consideró una enfermedad. Durante la Guerra de los 30 años (1618-1648) se registró el primer reporte del "mal del corazón", cuando seis soldados del ejército español de Flandes fueron dados de baja. Algo después, en 1688, el médico suizo Johannes Hofer acuñó el término ocupando las palabras griegas "nostos" (volver a casa) y "algos" (dolor). La describió como una especie de paranoia que sufría la gente lejos del terruño. Un mal de inmigrantes.
Hoy es distinto y la sicología divide la nostalgia en dos tipos: histórica (se siente hacia un período en que la persona puede incluso no haber vivido) y personal (hacia momentos que son parte de la propia biografía). Y esta última es tan navideña como el pan de Pascua, los viejos pascueros y las colas en los malls. Tan así.
Una de las personas que más ha estudiado el fenómeno en el mundo es la sicóloga de la U. de Le Moyne College, Krystine Batcho. Ella, a través de instrumentos como el "inventario de nostalgia", que desarrolló para medir con qué frecuencia y cuán profundamente se desarrolla, ha comprobado cómo este sentimiento se dispara en diciembre. En una entrevista para el sitio LiveScience, Batcho explicó: "En esta época del año es cuando nos definimos en términos de nuestras relaciones, de cómo estamos conectados con otras personas, lo que nos ayuda a identificar nuestro sentido del yo. Ahí la nostalgia nos ayuda a mantener esas conexiones y un sentido de pertenencia. Ese es uno de los principales beneficios de la nostalgia personal".
La especialista dice que es en estas fiestas cuando nacen los recuerdos que después revivimos en cada reencuentro. Que cuando el tío hizo, que la vez que al papá se le ocurrió, que te acuerdas cuando la abuela… Una serie de emociones que comenzamos a coleccionar de chicos. "Para muchos niños, la temporada de vacaciones es un acontecimiento importante y emocionante que llega sólo una vez al año", dice a Tendencias Jacob Juhl, sicólogo de la U. de Southampton (Inglaterra), que lleva años estudiando el fenómeno. Y agrega: "Cuando nos reunimos con amigos y familiares, es común conversar sobre recuerdos comunes. Y esto probablemente provoca nostalgia".
Y aunque desde que el médico suizo Hofer acuñó el término siempre tuvo una connotación negativa, hoy sabemos que la nostalgia es un factor protector para problemas mentales. Trabajos de Batcho han revelado que puede estar asociada con un gran número de beneficios sicológicos. ¿El mecanismo? Cuando enfrentamos escenarios estresantes o depresivos, recordar los viejos buenos tiempos ayuda a mantenerse fuerte. En entrevista con la revista de la Asociación Estadounidense de Sicología, Batcho dijo:"En los momentos difíciles, la atención hacia nuestro pasado nos puede fortalecer al recordarnos cómo sobrevivimos a los desafíos, las pérdidas, los fracasos o las desgracias".
Algo que también han detectado los sicólogos de la U. de Southampton, quienes incluso han ampliado los beneficios que entrega la nostalgia: "Aumenta las emociones positivas, el sentido de conexión social, la autoestima y el optimismo. También hemos demostrado que puede ayudar a manejar las preocupaciones existenciales profundas, dando a las personas una sensación de que la vida tiene sentido", dice Juhl.
Por eso, no le haga el quite a este sentimiento y menos en esta fecha. En especial si la pasa lejos de la familia o de frentón en solitario. Un estudio de la U. de Southampton entrevistó a estudiantes que vivían lejos de sus padres notando que la nostalgia era inversamente proporcional con la soledad. La revisión de las entrevistas mostró que la sensación surgía en los momentos en que los jóvenes más lo necesitaban y se traducía en optimismo. "Aquellos que no pueden pasar las fiestas con su familia y están solos, es muy probable que se refugien en sentimientos nostálgicos como una forma de gestionar su soledad", concluye Juhl.
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