Histórico

Quién se queda con los amigos después del divorcio

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200811/193348.jpg" />  <br /> Seis de cada 10 parejas en Chile se disputan las amistades como trofeo de guerra. La pérdida del círculo social es un costo para el que nadie está preparado cuando se separa.

"Primero se reparten los bienes y después los amigos". La frase es lapidaria y la dice José (33), un hombre que tras el divorcio perdió a varios amigos que optaron por solidarizar con su ex mujer. Antiguos compañeros de colegio y trabajo que fueron tomando partido, distanciándose de él y acercándose a quien consideraron la víctima del rompimiento.

La pérdida de esos amigos son uno de los  costos no considerados del quiebre de una pareja y también un nuevo foco de conflicto en una situación que involucra dos aristas importantes, paralelas e inevitables: una, cómo los divorciados se pelean a los amigos y, luego, cómo esos amigos eligen con cuál de los dos involucrados se quedarán.

Para el primer caso, los números son elocuentes. Porque de acuerdo a los cálculos que maneja el psicólogo clínico y experto en terapia de parejas, Patricio Venegas, seis de cada 10 uniones chilenas se pelean por sus amigos como lo hacen por cualquier otro bien. En Argentina lo hacen tres de cada 10, y en Brasil, sólo una de 10.

"A veces, al igual que el auto, los muebles o el gato, los amigos son un trofeo de guerra", asegura Venegas. Algo que, según la psicóloga Eliana Heresi, académica de la Universidad Diego Portales, tiene que ver con que el impacto de quedarse sin amigos tras el divorcio puede generar  angustia, depresión y la sensación de ser abandonado por todo: "La desprotección y falta de figuras de apoyo en momentos así, además de haber fracasado en una relación, les otorga (a los que acaban de separarse) la condición de fracasado social".

En esos términos, y desde el punto de vista de la pareja que se rompió, los amigos son necesarios para la contención, el desahogo y la validación. Sin embargo, dice Vargas, "mientras más enferma es la relación, más tratan a los amigos como objetos".

CONFLICTO DE MUCHOS
Alicia (41), psicopedagoga, se separó después de 10 años de casada, "por un desgaste natural de la relación". Esto tuvo, dice, gran efecto en los amigos, porque su marido y ella eran una pareja consolidada. "La gente tomó partido en forma individual y algunas parejas, que actúan en bloque, se empezaron a 'correr'".

El de Alicia es un buen ejemplo de un proceso que se vive cada vez que un matrimonio se rompe. Frente a la separación, la mayoría tiende a juzgar y encontrar un culpable. Y ese es el que queda más sólo. "Los amigos tienden a tomar partido, algo muy arraigado en la idiosincrasia chilena. Y así, todos salen perdiendo", dice Venegas.

Heresi, en tanto, explica que en esas situaciones decisivas los amigos enfrentan una serie de conflictos hacia los recién separados. "Algunos tienden a evaporarse, porque no saben cómo lidiar con la situación. Esto les pasa especialmente a los hombres, que los evitan o hacen como que no ha pasado nada, porque los educaron para no mostrarse débiles y arreglárselas por sí solos". Otros se preguntan: "¿A quién apoyo?". Y están los que deben elaborar su propio duelo, "porque, a veces, un divorcio es una pérdida de dos, cuatro o seis, dependiendo de si son parejas que hacían cosas juntas".

Las cosas se ponen aún más difíciles, dice Heresi, cuando los divorcios son conflictivos. "Los hijos y los amigos se inmiscuyen más. Tienden a construir más alianzas o a hablar mal del otro".

MALDITA INFIDELIDAD
En los casos de infidelidad, la postura de las amistades es aún más tajante. Normalmente se inclinan por la "víctima" y "rechazan al "victimario". "Hay un tema ético, de por qué no arregló su situación antes de empezar otra", argumenta Heresi.

Y la situación también tiene otro tipo de impacto para el entorno. "En algunos amigos se refuerza la idea de que el matrimonio no sirve para nada. Otros se contagian y se separan. Y un porcentaje menor reflexiona sobre cómo fortalecer su propia relación", comenta Venegas.

Pero, como sea, todos terminan opinando del tema y, en la cotidianidad, apoyando a uno y alejándose del otro. "Los únicos que se mantuvieron al margen de la situación, que no juzgaron, fueron los que tenían más edad y los que habían pasado por algo similar", cuenta José, quien tras seis años de matrimonio se divorció e inició una nueva relación. "Con mi polola sólo puedo ir a un par de casas. El resto de mis amigos de siempre no la acepta o la rechaza directamente, y van a ver a mi ex mujer".

De acuerdo al libro "Aún somos familia" de Constance Ahrons, las mujeres suelen tener una mejor red de apoyo ante esta situación, y por ello los hombres son más vulnerables a la soledad. Pero Patricio Venegas sostiene que, independiente del sexo, a los chilenos no los caracteriza la empatía. "No se hace mucho duelo en Chile y no hay un acompañamiento de la crisis ni del aprendizaje de por qué pasó lo que pasó", subraya Heresi. "El chileno trata de salir rápido de la adversidad. Por eso hay tanta farmacia y botillería, para 'sacarse' los males", agrega Venegas.

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