El arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista Miguel Angel triunfó en todas las artes en las que trabajó gracias a su perfeccionismo. Sin embargo, en vida declaró que su predilecta siempre fue la escultura.

La piedad del Vaticano, El David y los Sepulcros de la familia Médicis son solo algunas de sus obras escultóricas más célebres, de las cerca de 50 que se le conocen. Esta fue la primer disciplina que practicó y se calcula que lo hizo desde los 15 años hasta sus últimos días.

Según revela un estudio publicado por el Journal de la Royal Society of Medicine, del Reino Unido, Miguel Angel padeció osteoartritís crónica debido al uso excesivo del martillo y del cincel. La enfermedad le dejó los dedos de las manos con protuberancias en las articulaciones distales y debió causarle gran molestia al trabajar puesto que es una enfermedad dolorosa.

El estudio analizó tres retratos del genio florentino de cuando tenía entre 60 y 65 años, que muestran cómo la enfermedad le fue deformando las manos. El doctor Davide Lazzeri, experto en cirugía plástica en la clínica Villa Salaria de Roma, quien ha estudiado las obras de Miguel Angel durante toda su vida, se dio cuenta de cómo las manos del artista se iban agarrotando a medida que envejecía.

El autor de La virgen con niño aseguró en unas cartas enviadas a su sobrino en 1552 que los dolores que sufría en la mano le generaban "mucho malestar".

Pese a los dolores, Miguel Angel continuó utilizando el martillo y el cincel hasta seis días antes de su muerte, en 1564, cuando faltaban solo tres semanas para que cumpliera 89 años.