Histórico

Rompiendo la barrera idiomática

Iglesias, universidades y organizaciones civiles están impartiendo clases de español para adultos y niños haitianos. ¿El objetivo? Lograr la integración cultural.

Servicio Evangélico Migrante

¿Qué verbo se usa en este caso?, pregunta en francés una mujer a un grupo de 20 adultos reunidos en un pequeño salón. "Voy. Yo voy a estudiar", responde con acento francés una joven de cabello trenzado. La instructora asiente y la clase continúa.

Todos sus alumnos son haitianos, que cada miércoles viajan desde distintos puntos de la capital para asistir a las clases gratuitas de español que se dictan en la Iglesia Evangélica Bautista Argomedo, en la comuna de Santiago.

La idea surgió en julio pasado, tras la iniciativa de Ignacio Cid, director del Servicio Evangélico Migrante, quien reclutó a un grupo de voluntarios para enseñar español al creciente grupo de migrantes haitianos. ¿El objetivo? Romper las barreras idiomáticas y generar un puente de integración. "Nos centramos mucho en la capacidad comunicativa. Lo que a ellos les interesa es poder expresarse en términos de emociones, funcionalmente para el trabajo y moverse en la vida cotidiana", señala Cid, quien añade que "el idioma es un instrumento de ejercicio de derechos".

En total trabajan 40 voluntarios, profesionales de distintas áreas, de los cuales 10 se dedican a la enseñanza, mientras otros prestan asesoría jurídica, en materias como visas y documentos. La organización imparte tres niveles del idioma. Uno básico, que se dicta en francés y creole; otro intermedio, y el avanzado, que es completamente en español. Además, cuentan con un ítem de introducción a la cultura chilena, donde leen poesía nacional y cantan a Violeta Parra. A la fecha, 120 personas han tomado el curso.

Judex Compère (34) está en el curso avanzado. Hace ocho meses salió de Haití para buscar trabajo en Chile. Allá quedaron su esposa, sus dos hijos y su carrera de contabilidad, congelada. "Tengo clases de castellano con los chiquillos, pero todavía no hablo bien, necesito más palabras. Los chilenos hablan súper rápido y con modismos", dice.

En la iglesia San Saturnino, del barrio Yungay, también hay clases de español gratis. La iniciativa, a cargo del sacerdote Juan Carlos Cortez, "se ha ido armando a pulso". Según comenta, los cursos surgieron por la necesidad de la comunidad y benefician a unas 300 personas que de martes a sábado acuden a estudiar.

En el lugar no sólo se instruye español, también los voluntarios chilenos aprenden de la cultura haitiana. "Es interesante por el impacto positivo que ha tenido. A propósito del tema que ha surgido desde el punto de vista político, yo diría que hay una realidad de Chile que está acogiendo a los inmigrantes", reflexiona Cortez.

El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), en tanto, desde 2010 dicta cursos de español. Hoy cuentan con 15 experiencias en seis comunas de la capital.

Desde la academia

A la labor de distintas iglesias se han sumado las universidades. Uno de estos proyectos es el que impulsa el Centro Universitario Ignaciano (CUI) de la Universidad Alberto Hurtado, que desde 2015 trabaja junto a la parroquia de la Santa Cruz, en Estación Central. La iglesia, además, hace una misa en creole todos los domingos.

Según Andrea Espinoza, coordinadora del área social del CUI, la idea surgió tras la solicitud de la comunidad haitiana residente en la zona y por el interés de la universidad para aportar a la integración. Así, desde el primer semestre de 2016 estudiantes de distintas carreras comenzaron a enseñar español los días sábado a unas 200 personas en el Colegio San Alberto -contiguo a la iglesia- y, desde septiembre, impulsan un plan piloto para niños llamado "Zanmi" (que significa "amigos" en creole), al percatarse de que muchos padres iban a clases con sus hijos.

"Llegar a una cultura distinta no es fácil. Nuestra idea es acompañarlos en el proceso, enseñarles español y, más que nada, generar un vínculo que les permita adaptarse a nuestra cultura", dice Daniela Ramírez, estudiante de Ingeniería Comercial de la UAH, una de las responsables de la clase para niños.

Nataly Cock, estudiante de Administración Pública, también enseña en el taller infantil. Cuenta que algunos niños haitianos que van al colegio en Chile, muchas veces quedan rezagados por el idioma. "No tienen cómo evaluarlos, porque como no conocen el idioma o la cultura, muchas veces hacer una prueba de historia, por ejemplo, para ellos es más difícil", señala.

La universidad, además, les entrega los materiales pedagógicos, cuadernos, lápices y colación.

Otras iniciativas similares son las de la Universidad Católica del Maule (UCM), en Talca, y una reciente de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, en Santiago. En el caso de la UCM, desde octubre de este año el Centro de Estudios Migratorios e Interculturales (Cemin), la Escuela de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación y la Fundación Madre Josefa de Talca implementaron un programa específico de español para haitianos, donde trabajan docentes y alumnos de la carrera Lengua Castellana. El curso, gratuito, se realiza todos los viernes y beneficia a unas 50 personas.

En la Academia de Humanismo Cristiano, hace dos semanas partieron con un proyecto de español para ciudadanos haitianos en el barrio Balmaceda de Santiago. Las clases, que se realizan los domingos entre las 11.00 y las 13.00, surgieron por iniciativa de una alumna y una docente de Trabajo Social, con el apoyo de la dirección del área Vínculo con el Medio de la universidad. En su primer día lograron la asistencia de seis personas. Para hoy, domingo, esperan que lleguen muchos más.

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