Histórico

Tierra de nadie: el crudo monólogo que aborda la migración y xenofobia

Hasta este domingo, en la sala Finis Terrae, se presenta Partir, escrito por Ronald Heim y puesto en escena por Alejandra Rojas.

Una larga escena: una silueta avanza como un ánima por el desierto. Lleva varios días en ayuno, y aunque sus pasos apenas le mantienen en pie, tambalea al recordar cuánto dejó atrás, más allá de la frontera. Dentro de una bodega de almacenamiento de alimentos, otra mujer, una solitaria viuda que vigila el lugar de los intrusos, acabará ensuciándose las manos y dando vueltas alrededor de un cuerpo extranjero que agoniza.

Es 2013 en Antofagasta, y la actriz Alejandra Rojas, fundadora del grupo La Huella Teatro, uno de los más reconocidos y antiguos en la región, se aventura en la investigación que dará pie a su próximo montaje, luego de Chajnantor mirar hacia atrás y Baile ausente de un arcángel. “Hacía mucho tiempo que nos llamaban la atención las relaciones que se daban entre chilenos e inmigrantes en los rincones más flotantes del norte de Chile”, cuenta Rojas.

En mayo del año siguiente, cuando celebraban una década dedicados al teatro, La Huella estrenó Partir en el Teatro Municipal de Antofagasta. El unipersonal resume poco más de un año de investigación, incluidas entrevistas  con ciudadanos peruanos, colombianos y bolivianos residentes en Chile, las colonias migrantes más numerosas en el país. “Siempre nos trazamos como desafío ir directo a los temas y personajes que queremos tocar. Algunos instalan tradiciones antiquísimas, y otros, como este, presentan una radiografía de quiénes somos y podemos llegar a ser cuando enfrentamos situaciones o personas que creemos ajenas”, dice Rojas, directora del montaje que se presenta ahora en el Teatro Finis Terrae, luego de su paso por Italia, en 2014, y este año en la Feria del Libro de La Habana, Cuba. Todo el material recayó en el dramaturgo Ronald Heim (Iael, corre y Plomo), quien entretejió cada testimonio y los fundió en uno solo, el de Raquel Mateluna -encarnada por la actriz Amaralis Colomba-, una indefensa ermitaña que, de un momento a otro, se convierte en victimaria de otra mujer a la que no conoce.

“No quisimos situar el texto en ningún lugar en particular”, agrega Alejandra Rojas. “Para quienes crecimos en el norte, es sabido que la migración y sus consecuencias directas, como la xenofobia y los choques culturales, se arreglan entre ciudadanos, pues las autoridades hacen poco por regularlo. Aquí tuvimos que decidir quién se hacía cargo de esta realidad, si víctima o victimario. Con el tiempo retratamos a esta mujer, que lejos de ser una villana, en ella habitan también la culpa y el arrepentimiento”.

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