¿Es de los que creen que las movilizaciones estudiantiles habrían estallado cualquiera hubiera sido el gobierno?

Sí, pero me temo que habrían sido más violentas en el caso de un gobierno de la Concertación. Habrían sido menos masivas y más violentas, porque habrían sido dominadas por los grupos más radicales y no habrían tenido un grado tan amplio de adhesión ciudadana como el que tuvieron estas manifestaciones.

El presidente del PS, Osvaldo Andrade, planteó que -por su estilo- Piñera ha relativizado la figura presidencial, y que eso ha sido un factor para agudizar las protestas. ¿Usted está de acuerdo con eso?

El problema no está en la investidura presidencial, sino en que hay una diferencia radical entre el Presidente Piñera y sus antecesores. Estos últimos se visualizaban como figuras que administraban un sistema en el que no se sentían confortables y declaraban que su misión era reformarlo o, derechamente, dejarlo atrás, porque era un sistema que no era propio y que miraban con cierta distancia, con incomodidad y, a veces incluso, con molestia. No les gustaba el modelo, no les gustaba el consumismo, no les gustaba el individualismo. Y había que aceptarlo, por el bien de los equilibrios y por el hecho de que vivimos en el mundo que vivimos. A este Presidente, sin embargo, no solamente se le ve confortable, sino que se le ve como un ganador dentro del sistema. El problema es que la gente no proyecta en Piñera la esperanza de un cambio.

¿Eso que usted dice explica la paradoja que el gobierno ha sentido este año: que las protestas estallaran en un contexto económico favorable?

Eso forma parte del monopolio que han tenido los economistas sobre la comprensión de la vida social y política. Nunca ha habido una revolución en momentos de crisis económica o de extrema miseria… Es al revés. Las crisis estallan en momentos de relativa bonanza..., cuando se desacoplan las expectativas de la capacidad de los sistemas para proveer. Para decirlo muy simple: ciertas demandas me las tragaba frente a una Bachelet o un Lagos, porque tenía la ilusión de que estaba actuando con la intención de cambiar las cosas, les daba el beneficio de la duda. Eso no lo hago con Piñera.

¿Por qué las protestas fueron encabezadas por estudiantes y no por otro sector?

Las generaciones anteriores tenían eco y todavía les daba vueltas en su inconsciente la amenaza de Estado del desorden. O sea, si la noción de que si "yo dejo libre mis pulsiones y no las contengo, esto nos va a llevar al desborde", y el desborde desencadena la violencia y ésta se detiene con autoritarismo y todo lo que conocimos con Pinochet. Esos eran "diques" que funcionaron muy bien durante la Concertación, y ésta siempre apeló a ellos brillantemente para evitar movilizaciones de este tipo. Pero estos jóvenes no tienen ese fantasma, no está dando vueltas en su inconsciente. Ellos estiman que si hay democracia es para usarla, no para cuidarla.

Sin embargo, las movilizaciones sumaron a padres y familias enteras...

Muchos padres se sintieron jóvenes de nuevo y, al mismo tiempo, se hicieron un  cuestionamiento muy profundo. "Pucha, yo renuncié a toda esa aspiración, yo me reprimí, yo me adapté", pensaban.

¿El 2012 se espera una polarización de las movilizaciones?

Yo creo que sí. Menos masividad y más polarización. El gobierno sigue creyendo que esto se resuelve a través de "medidas". Y estas cosas no se resuelven a través de medidas, porque el problema tiene que ver con el ajuste de expectativas, entonces, estas cuestiones se resuelven sobre la base de legitimidad. El foco no va a estar en los universitarios, va a estar en los secundarios y los grupos más ultras, más anarquistas, van a tener un peso más alto, y la Concertación no va a tener tampoco mayor interés en contenerlos, el PC tampoco se va a ver muy interesado, por las elecciones. Encuentro que va a estar medio complicado el próximo año.

¿Cuál es la mejor manera de acercarse a conversar con ellos?

Yo creo que esto que está pasando hay que "desencapsularlo" de la educación. Esto no tiene salida a través de la pura educación. O sea, yo creo que el sistema en Chile, todos nosotros, lo que hicimos, fue postergar otros muchos conflictos latentes por la vía de prometer que en la educación estaba la solución a todos los problemas de las personas, de la familia, de la sociedad. Y eso fue una gran herramienta de control social de los últimos 20 años. La gente mira eso hoy día como estafa, y se rebela porque la recompensa no ha sido, al menos, tan valiosa como se pensó. Creo que hay que ampliar las agendas, las reformas en la línea que plantea un poco Longueira.