"El pluralismo es cuando muchas personas comparten mi opinión", reza un dicho político, y sin duda algo de ese espíritu ha salido a la luz a propósito de ciertas declaraciones del ex senador Gabriel Valdés, uno de los "próceres" de la Democracia Cristiana y figura muy respetada por todo el espectro político. Desde ayer, sin embargo, su parte del espectro político le hizo saber a Valdés que lo del respeto tenía una condición: que su opinión fuera la correcta.

Porque ciertamente, para varios en la Concertación, manifestar que el candidato de la Coalición por el Cambio "sería un buen Presidente", como dijo Valdés el martes sobre Sebastián Piñera, no califica entre las opiniones aceptables y, más aun, hace aflorar el lado menos generoso de algunos políticos oficialistas. Entonces, ¿qué se hace cuando una figura histórica de la coalición gobernante elogia a un rival político? Pues se hace ver que, a su edad, 90 años, no tiene "ningún peso político (...) más allá de las debilidades sentimentales que tenga a su edad", como dijo el jefe territorial del comando de Eduardo Frei; se le recuerda que "ya está jubilado (y) debe retirarse dignamente de la política", como dijo una diputada PPD; o se le diagnostica, derechamente, estar "sufriendo una demencia senil", según manifestó un diputado PS.

Como se ve, un pluralismo con filtro etario incorporado (lo que es mala política); o una falta de respeto hacia una persona mayor (lo que es mala educación). ¿La sabiduría de la edad? Cosas de viejos... (MOJ)