Ximena Cristi es una de las pintoras más longevas de la escena local. Su vitalidad se nutre del trabajo al interior de su taller, en los faldeos del cerro San Cristóbal. Pinta todos los días en las mañanas, siempre los mismos objetos y con la luz natural proveniente de la misma ventana. En su estudio vive rodeada de sillones antiguos, jarrones, flores, frutas al sol y un gran espejo que los refleja. De tanto plasmar esas piezas cotidianas, descubrió su belleza. "El Museo de Arte Contemporáneo ha exagerado su preocupación por mí con esta retrospectiva", dice sobre la muestra que el MAC del Parque Forestal le dedica en el mismo edificio donde fue alumna y luego profesora de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

En 1939 entré a estudiar a la Escuela de Bellas Artes, que tenía cierta mala fama porque el arte libera de alguna manera a las personas. En esa época, la pintura, que recibía influencias europeas, se regía por selección natural. La gente sin talento y que iba a matar el tiempo iba quedando atrás. A algunas niñitas las mandaban a entretenerse y a encontrar novio. Se seleccionaba por mérito y perseverancia en el ejercicio del oficio. Yo rompí e hice desaparecer muchos de mis cuadros. Ser crítico con uno mismo era una manera de avanzar.

Recuerdo que venía en el tren nocturno desde Concepción. Llegué a Santiago, pasé por el lugar y me extrañó la presencia de bomberos. Fue una impresión horrible. Se habían quemado la biblioteca y los talleres de los profesores. En plena reforma universitaria, los alumnos se tomaron el tercer piso. Nos habían expulsado, pero algunos como Sergio Montecino y Antonio Vásquez se negaron a irse por rebeldía. Ellos perdieron toda su obra.

Otro momento crítico fue el golpe militar de 1973.

Me jubilaron rápidamente y cambiaron la Escuela al Campus Las Encinas. Con ese traslado se perdió todo el romanticismo y la mística de la Escuela.

Los jóvenes rechazan y se rebelan con agresividad a la idea del pintor muriéndose de hambre. Optaron por vender y cambiaron el carácter romántico del oficio. No los critico. Es válido. Cada época tiene sus particularidades. Cada cual encuentra su propio camino.

Fue compañera de Matilde Pérez. ¿Por qué no siguió el arte geométrico como ella?

Tenemos personalidades diferentes. Matilde es muy valerosa e impulsiva. Yo soy igual de tenaz, pero más callada. El arte geométrico nunca me gustó. Soy enemiga de la abstracción. Amo la naturaleza, aunque no soy una copista. Prefiero las emociones y rechazo lo intelectual.