Abracadabra


¿Cómo una periodista con experiencia laboral en el canal de televisión venezolano TeleSUR y colaboradora de El Desconcierto, un pequeño medio digital que destaca por difundir notas críticas al gobierno de Chile, termina escribiendo free lance en un diario tradicional norteamericano como el Washington Post? Esa es la pregunta que subyace a la polémica por la aparición de críticas a la conducción de la pandemia en medios extranjeros.

En tiempos de fake news la respuesta es sencilla. La encontramos en lo que el filósofo Byun-Chul Han denomina fantasmas digitales. Detrás de la crítica en el Washington Post, al igual que antes con una obsequiosa nota en un medio alemán atribuyendo falsamente el exitoso proceso de vacunación chileno a la presidenta del Colegio Médico hay un denominador y modus operandi común. En ambos casos están presentes vínculos con el partido Verde Alemán y su Fundación Heinrich Böll. Se silencia que la autoría del artículo divulgado en EE.UU. corresponde a una periodista chilena colaboradora de dicha entidad de izquierda que por lo visto se ha propuesto incidir en el proceso de gobernabilidad de nuestro país.

Lejos del aparente exitismo que algunos quieren atribuir al gobierno, lo que hay es un oscuro intento por usar la pandemia y el sufrimiento para obtener ventajas políticas a cualquier precio. Se busca desacreditar a las autoridades para ocultar los evidentes logros de la estrategia sanitaria de Chile frente a una pandemia para la cual no existen recetas ni conocimiento previo suficiente para enfrentarla.

Por ello, no debe extrañar que se hiciera aparecer una columna de opinión -igual a ésta- como representativa de un respetable medio internacional. Luego se la viralizó en redes sociales y nuestros políticos de oposición con el especial encono que los caracteriza, la utilizaron para apalancar su objetivo de “golpear con todo” al gobierno. La bruma de la consigna y el medio ocultó el origen de la información. De esta forma, como en un acto de magia, la mera opinión de una sesgada periodista se transformó en voz oficial del Washington Post. Abracadabra, el hechizo surtió efecto.

Estamos en presencia de un hábil intento de desestabilización por la vía de construir un relato alternativo de la historia, una narrativa falaz con mezquinos objetivos, en el que activistas chilenos escriben en medios extranjeros auspiciados por fundaciones internacionales sin revelar sus conflictos de interés. Se abusa así de la buena fe ciudadana para legitimar una realidad paralela sin importar que ella sea falsa. Se trata de un modelo de desinformación propio de un manual de la Guerra Fría o de propaganda del jerarca nazi Joseph Goebbels. Se embauca a la ciudadanía para erosionar la credibilidad del gobierno. Son los tiempos que corren y las herramientas y armas comunicacionales están al servicio de la disputa por el poder y la gobernanza.

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