Agresión a periodistas: contra la libertad de expresión y la democracia



Por Daniela Campos, Red de Politólogas

Desde el inicio del estallido social en octubre de 2019, el ejercicio del periodismo se ha visto mermado y desprovisto de protección ante diversos ataques de violencia en el país. Sin embargo, estos hechos se han incrementado en el último tiempo con la pandemia. De hecho, este sábado un equipo de TVN dirigido por Iván Núñez fue agredido en la Región del Biobío, terminando el camarógrafo Esteban Sánchez herido con cinco impactos de bala, los que lo dejaron con la pérdida de uno de sus ojos. Todo esto ocurrió luego de hablar con Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), con quien tendrían una entrevista el domingo, que por razones obvias, no pudo realizarse.

Pero este no ha sido el único caso de agresión contra periodistas y medios de comunicación, lamentablemente. Hace dos semanas en Santiago, Carabineros se llevó presa a la periodista Paulina Acevedo, mientras cubría el retiro del monumento al general Baquedano, incluso junto a su hijo que la acompañaba, y mostrando su credencial de trabajo y permisos correspondientes. Algo similar sucedió con el camarógrafo Álex Cuadra, de Chilevisión y CNN, quien fue detenido también por Carabineros en enero pasado, mientras reporteaba una manifestación de la ACES.

De acuerdo a un estudio del Observatorio del Derecho a la Comunicación, entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, tanto periodistas, reporteros como fotógrafos fueron detenidos por agentes efectivos policiales a lo largo de todo el país. Lo que significa que mensualmente casi seis profesionales de las comunicaciones son apresados por estar ejerciendo el periodismo e informar a la opinión pública. Ahora, si bien el número de agresiones es menor que en los primeros meses del estallido social, aun así las detenciones llegan a 69 casos solo en 2020, cifra que es la más alta desde la dictadura.

Cabe destacar que la mayoría de los casos de agresiones y detenciones se dan en periodistas y comunicadores de medios independientes.

Lo más grave de esta situación -después del resguardo de todos los y las profesionales que no pueden ejercer su trabajo con seguridad- es que al agredir al periodismo se agrede de manera directa a la libertad de expresión y así a la democracia y su pluralidad.

La libertad de opinión y de expresión no está consagrada dentro de la Declaración de los Derechos Humanos porque suena bien y le da cierto aire de modernidad a un país, sino porque ésta resguarda un principio básico del periodismo que es confrontar e investigar al poder político, económico y social. Incluso más, debe llegar a incomodar al poder al ejercer su misión fiscalizadora.

Para el politólogo estadounidense Robert Dahl (1992), una de las condiciones necesarias para que exista una democracia es que los medios de comunicación puedan ejercer la libertad de expresión llevando de esta forma información para reducir la brecha de conocimiento entre las élites y las y los ciudadanos. Además, agrega, fuentes alternativas de información para poder decidir, participación efectiva y la compresión ilustrada, entre otros.

Por lo tanto, cuando se daña a periodistas y comunicadores también se está dañando a la democracia, pluralidad y transparencia. Se coarta un derecho humando y desprotege una profesión que está al servicio de las y los ciudadanos, sobre todo cuando las agresiones vienen de agentes del Estado. En definitiva, la democracia se fortalece cuando el periodismo se ejerce sin ningún tipo de presión.

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