Ashwagandha: entre la evidencia, la tradición y el fenómeno viral
Aunque viralizada como “milagrosa” en TikTok, la ashwagandha (Withania somnifera) es una planta milenaria que se viene usando hace siglos por la medicina ayurvédica, un antiguo sistema de India que sostiene que la salud y el bienestar surgen del equilibrio armonioso entre el cuerpo, la mente y el espíritu.
Bajo estas tradiciones, se utiliza como un adaptógeno, que se refiere a compuestos que ayudan al organismo a adaptarse al estrés y restaurar el equilibrio interno. Al actuar como un regulador del sistema endocrino y del sistema nervioso, se cree que los adaptógenos como la ashwagandha ayudarían a mejorar la respuesta ante situaciones estresantes, tanto físicas como mentales.
Se prepara tradicionalmente en forma de polvo, cápsulas o como infusión. En Chile, ya se ha comenzado a cultivar en algunas regiones, debido al interés en sus potenciales beneficios para la salud.
Entre sus características destacan su capacidad para reducir la ansiedad, mejorar la calidad de sueño, aumento de la fuerza muscular y apoyo a la función cognitiva, mejorando la memoria y la concentración.
Estos efectos combinados sugieren que la ashwagandha podría ser una valiosa adición a un enfoque holístico para el bienestar físico y mental.
Pero no todo es milagro. La ashwagandha solo se considera segura de consumir cuando se utiliza por vía oral y en dosis adecuadas por un máximo de tres meses; su seguridad a largo plazo aún no está establecida. Los efectos adversos más comunes incluyen malestar estomacal, diarrea, náuseas, somnolencia y dolor de cabeza.
Incluso, en casos raros, pero reales, se han reportado lesiones hepáticas graves, incluyendo insuficiencia hepática, especialmente en dosis elevadas o en personas predispuestas. Además, existe el riesgo de interactuar con medicamentos inmunosupresores, hipoglucemiantes y aquellos que inducen somnolencia.
Esta planta está contraindicada en mujeres embarazadas, pues puede inducir el aborto; en personas con enfermedades autoinmunes o problemas hepáticos, y se sugiere precaución en personas con trastornos hormonales o que estén bajo el tratamiento para el cáncer de próstata.
Aunque sus beneficios son prometedores, la ashwagandha no es una solución mágica. Su consumo debe ser informado, moderado y siempre supervisado por un profesional de la salud.
Por Carolina Otero, inmunóloga y académica de la Escuela de Química y Farmacia U. Andrés Bello.
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