Opinión

Bolivia: una nueva oportunidad

Foto: Agencia Bolivariana de Información

Quizás como nunca ha llegado una oportunidad tan nítida a Bolivia. Éste fin de semana con la asunción de Rodrigo Paz Pereira, Bolivia deja atrás 20 años de descalabro de los gobiernos del Movimiento para el Socialismo (MAS) de Evo Morales y Luis Arce. 20 años que terminan en una profunda crisis económica, con desabastecimiento de hidrocarburos y otros enseres básicos, en un país rico en recursos minerales, con la corrupción y la dejación vergonzosa del MAS, que durante dos décadas transformó el tablero interno de Bolivia con una nueva Constitución y encerró a Bolivia alejándola de las democracias liberales del mundo para aliarse con las autocracias o dictaduras como la cubana, iraní o venezolana. El resto del mundo, sus inversiones y el trabajo para millones de bolivianos, además de la indolencia, falta de gestión, cuadros técnicos preparados y una gestión económica paupérrima, terminaron con los sucesivos gobiernos del MAS, siendo apabullados en la Asamblea Nacional, y con una segunda vuelta que se dirimió entre un candidato centrista y otro de centroderecha. Se calcula que el legado del MAS deja el país con deudas cercanas a los US$60.000 millones en el sector de hidrocarburos, y más de US$40.000 millones en déficit fiscal. Muchos de los créditos o “ayudas” financieras provinieron de Venezuela y Rusia en buenos momentos y son de dudoso origen y destino.

Rodrigo Paz, representa a todas luces una nueva esperanza para el pueblo de Bolivia y su trabajo es altamente complejo requiriendo del apoyo del mundo. Descendiente de una estirpe de presidentes, su tío abuelo Víctor Paz Estenssoro gobernó en cuatro ocasiones, y su padre Jaime Paz Zamora fue presidente y vicepresidente de ese país, coincidiendo con la recuperación democrática de Chile y el gobierno del Presidente Aylwin. Paz, nacido en el exilio de su padre, luego del intento de asesinato de éste, del que salvó milagrosamente, en un país que durante los años setenta se debatía entre asonadas y golpes de Estado, constituye una vuelta al mundo de Bolivia. “Bolivia ha vuelto a nacer” ha dicho, para luego reiterar “Espero que Bolivia vuelva al mundo, y que el mundo vuelva a Bolivia”. Por ello el nuevo presidente no invitó a los sátrapas Díaz-Canel, Maduro y Ortega a la asunción del mando.

Paz no tiene un trabajo fácil, pero en las últimas horas, el Presidente Paz ha echado andar con una velocidad abismante un nuevo gobierno que tiene inmensos desafíos de gestión. En pocas horas y con la ayuda de países vecinos, como la directa negociación con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio y su subsecretario Christopher Landau, se ha vuelto a abastecer el paulatino ingreso de divisas y combustibles. Cientos de camiones comenzaron a distribuir para echar a andar un país. Las reuniones multilaterales con organismos financieros internacionales, y con los ministros de asuntos exteriores de Alemania y Japón han inaugurado la apertura de Bolivia al mundo. Paz y sus ministros se han desplegado por un país donde la transición no ha sido tranquila -muchos de los ministerios fueron encontrados sin documentos, ni información- debiendo de partir de cero. El MAS se ha replegado, pero poco se demorará en reactivarse al mando de Morales desde el Chapare donde reside y puede poner en grandes aprietos al gobierno de Paz, el reloj corre contra el Presidente. Cortes de caminos, atentados y parte del desabastecimiento o la falta de inversión se ha producido en éstos años fruto de la inestabilidad de grupos ligados a Morales.

Por ello, es fundamental respaldar y trabajar un nuevo trato de relaciones diplomáticas con Bolivia. Esta será una tarea fundamental del nuevo gobierno que arribe en marzo.

Desde ya la asistencia del Presidente Boric a la asunción del mando fue la primera actividad de éste tipo de un presidente chileno desde el gobierno del Presidente Lagos. Pero más allá de los gestos, la estabilidad política y económica de Bolivia, como recuperar nuestras relaciones diplomáticas formales interrumpidas desde 1978, requieren un trabajo conjunto y bilateral de mucha profundidad, ajeno a cualquier argumento patriotero.

Bolivia es clave para la seguridad hemisférica y de Chile en particular. La participación de la autocracia islámica durante los gobierno del MAS, la influencia rusa o bien venezolana eran un problema de seguridad nacional para Chile. No por nada, siempre se instaló a modo de rumor que durante el gobierno del Presidente Piñera, con anterioridad al estallido social, los servicios de inteligencia bolivianos, dirigidos por la entonces Presidenta Jeanine Añez -quien después de 5 años de un injusto e inhumano arresto fue puesta en libertad la semana pasada- habrían detectado movimientos de alteración del orden público que fueron traspasados al entonces gobierno chileno.

La seguridad y la estabilidad política de Bolivia son claves para cualquier intento de control de la migración ilegal, el crimen organizado, el contrabando y el narcotráfico en Chile, y ésta es una oportunidad única que tendrá el próximo gobierno de modificar la relación con el vecino país para enfrentar esos problemas. Luego de la derrota de Evo Morales con la demanda internacional en La Haya, y el fin de la aspiración de acceso soberano al mar, Paz ya ha propuesto un “nuevo trato” que debe ser recogido por Chile y su próximo gobierno.

Que a Bolivia le vaya bien, requiere del apoyo de todos los países democráticos de la región -en las últimas horas Paraguay ha sido clave en el abastecimiento de combustibles- por solo dar un ejemplo. La necesidad de ayudar al gobierno de Paz a superar rápidamente problemas sociales y políticos, que se han arrastrado por más de 20 años, es un oportunidad no solo para el país altiplánico, sino también para Chile y sus intereses de seguridad. Es tiempo de una nueva relación, democrática, abierta, moderna y con relaciones diplomáticas, hoy cómo nunca se puede, y son ventanas de oportunidad para dos países hermanos que comparten 800 kilómetros de una inhóspita y porosa frontera. Este punto debiese ser prioritario y de importancia para Estados Unidos o la propia Unión Europea, pues un cambio de relaciones significa mayor seguridad para el corredor de tráfico de drogas desde Brasil, Paraguay y Bolivia hacia puertos chilenos.

Asegurar a Bolivia el acceso a nuestros puertos con sus mercancías de manera más rápida y eficiente, la mejora de varios de nuestros pasos fronterizos y caminos en Chungará y Visviri, el control, y el retorno de migrantes ilegales en Colchane y Pisiga son claves en la conversación que se debe levantar y que se debe liderar apenas exista un nuevo gobierno electo.

Se terminaron los tiempos de la política exterior basada en caprichos personales de los gobernantes, en antiguas querellas ya superadas, y en una agenda ideológica sin sentido. Bolivia ya lo hizo, ahora depende del próximo gobierno electo en Chile comenzar a dar los pasos, eliminando de la mesa antiguas rencillas y relevando las confianzas. Para ello, los llamados patrioteros o nacionalistas contra Bolivia que hemos visto en esta campaña, en nada ayudan a una nueva agenda de integración y trabajo conjunto.

Si al gobierno de Paz y a Bolivia les va bien, Chile tiene grandes oportunidades en materia de negocios, comercio, pero sobre todo en el control de la seguridad de la frontera de ambos países y el paso de un importante corredor de droga y crimen organizado que los chilenos ya estamos cansados de ver.

Gabriel Alemparte, abogado, master en ciencia política y relaciones internacionales.

Por Gabriel Alemparte, abogado.

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