Opinión

BRICS: ser grandes de nuevo

Boric y Lula en la Cumbre del BRICS.

La 17.ª Cumbre de los BRICS, celebrada en Río de Janeiro, se desarrolló en tres etapas: la primera, cuando los presidentes de China y Rusia decidieron no atender la reunión: la ausencia de Putin (justificable por razones obvias); y la del líder chino Xi Jinping, con especulaciones sobre su ausencia, por razones que abarcaban desde las más pragmáticas, como no profundizar el ya muy deteriorado estado de las relaciones con el Estados Unidos de Trump, hasta una pérdida de interés en el megabloque político-comercial de los BRICS por parte de China.

El segundo acto lo protagonizó la reunión en sí, dado su marcado tono más político, que incluyó la demanda de las prioridades y necesidades del sur global y un orden más justo. Los países de los BRICS expresaron su preocupación por el aumento del gasto militar mundial, la crisis climática y la cooperación para promover el desarrollo humano.

Los BRICS innovaron en sus posiciones políticas al condenar los recientes bombardeos a Irán por parte de Israel y de Estados Unidos; exigieron un alto el fuego y la retirada completa de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza y de todas las demás partes del Territorio Palestino ocupado. En cuanto a la guerra entre Ucrania y Rusia, sin condenar a esta, la Declaración Final de los BRICS afirma tibiamente que los países “esperan que los esfuerzos actuales conduzcan a un acuerdo de paz sostenible.”

Esta postura en los tres conflictos es importante porque quizás los países de los BRICS nunca antes se habían posicionado con tanta firmeza contra los asuntos políticos y bélicos que involucran a países occidentales, lo que marcó un cambio importante en su postura diplomática.

Un tercer momento de esa cumbre fue la etapa post-BRICS de Río. La declaración final de la cumbre, desde el punto de vista económico, parecía tener un tono casi melancólico y sin impacto. Algunos de los temas de esa Declaración incluyeron: una moneda alternativa al dólar entre los países miembros; regulación de la inteligencia artificial; críticas a las sanciones económicas unilaterales (evidentemente las impulsadas por Trump 2.0).

Sin embargo, lo que parecía una cumbre tibia, sin mucho impacto geoeconómico, encontró su (re)animador en Trump, que amenazó a los países BRICS “antiamericanos” con aranceles adicionales del 10% a las importaciones si se atrevían a considerar la adopción de una moneda alternativa al dólar. Lo cierto es el Presidente estadounidense paradójicamente logró transformar una cumbre, que parecía una derrota en política exterior para el tercer gobierno de Lula, en una especie de “MBRICSGA “(“hagamos a los BRICS grandes de nuevo”).

Por Rafael Duarte Vila, profesor titular de relaciones internacionales de la Universida de São Paulo-USO.

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