¿El canario en la mina de carbón?



En semanas recientes hemos asistido a un desplome de la lira turca y del peso argentino, que se han depreciado en más de 40% en pocos días. Ellas han ido acompañadas de fugas de capitales tanto nacionales como extranjeros. Si bien hay factores de política interna que han contribuido a estas debacles, también los hay de orden internacional, que afectan a muchos países emergentes y a empresas de ese mundo y del desarrollado.

Durante una década, las tasas de interés internacionales habían estado cercanas a cero. Esto alimentó la búsqueda de rendimientos por parte de los inversionistas de cartera de todo el mundo y la excesiva utilización del crédito barato para hacer inversiones empresariales riesgosas. Ahora que las tasas de interés en Estados Unidos están normalizándose, las grandes entradas de capitales financieros a las economías emergentes se están revirtiendo. Turquía y Argentina han sido las economías más afectadas. Bancos y empresas turcas se habían endeudado en los mercados internacionales para invertir en proyectos inmobiliarios y comerciales. Y desde que recuperó su acceso a los mercados financieros internacionales en 2016, Argentina también financió su déficit fiscal recurriendo a colocaciones de bonos internacionales. En ambas naciones la fuga de capitales nacionales hacia instrumentos en moneda convertible ha sido un componente importante de sus respectivas crisis.

Todas las economías emergentes han acusado los efectos de la normalización de tasas de la Reserva Federal. Sus monedas se han depreciado en forma significativa. Los países más afectados, fuera de Turquía y Argentina, han sido Brasil, India e Indonesia.

¿No estaremos frente a un nuevo episodio de crisis de los mercados emergentes parecido al de la crisis asiática de 1997-99? Es poco probable, pero ciertamente no imposible. La mayoría de los países emergentes están en mejores condiciones hoy que entonces. Varios de ellos han acumulado reservas internacionales con las cuales pueden hacer frente a importantes salidas de capital. Otros han fortalecido sus políticas fiscales y monetarias. Pero si las fugas de capitales hacia el puerto seguro del dólar se agudizan, quién sabe adónde vamos a terminar.

¿Y Chile? A pesar de la devaluación del peso en algo más del 10%, una crisis financiera es poco probable. Pero para asegurarnos que podremos hacer frente a la intensificación de las crisis que estamos presenciando, el gobierno debe avanzar decididamente hacia la meta de eliminar el déficit fiscal estructural. Y cuando las circunstancias sean más propicias que en este momento, el Banco Central debería autoasegurarse aumentando significativamente sus reservas internacionales.

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