Cohesión social en la medición de la pobreza
La pobreza no se reduce únicamente a la falta de ingresos, también implica la ausencia de condiciones básicas para desarrollar una vida digna. Hace una década, Chile avanzó en este reconocimiento al incorporar oficialmente la pobreza multidimensional, que considera las dimensiones de Educación, Salud, Trabajo y Seguridad Social, Vivienda y Entorno, Redes y Cohesión Social.
La Comisión Asesora Presidencial para la Medición de la Pobreza entregó una propuesta de actualización metodológica que está siendo evaluada por el gobierno. Aplicada a los registros más recientes, la tasa de pobreza por ingresos pasaría del 6,5 % al 22,3 % y la multidimensional del 16,9% al 24,6%. Este cambio no refleja un aumento real de personas pobres, sino un umbral más riguroso y alineado con la situación actual, captando con mayor fidelidad las carencias existentes.
Actualizar esta medición es importante porque la pobreza es un fenómeno dinámico: lo que ayer bastaba para garantizar un nivel mínimo de bienestar puede dejar de ser suficiente cuando cambian las condiciones sociales, demográficas o tecnológicas. En los últimos años, el envejecimiento poblacional, la migración, la precariedad laboral y la digitalización han generado vulnerabilidades que la metodología vigente no lograba capturar completamente.
Entre las propuestas, destaca el fortalecimiento de la dimensión de Redes y Cohesión Social, que comprende el grado en que una sociedad y sus miembros mantienen vínculos y comportamientos que promueven el bienestar individual y colectivo. Actualmente, esta dimensión tiene una ponderación de 10%; la comisión propone elevarla al 20%, para reconocer su valor como conjunto de factores protectores frente al aislamiento y la exclusión.
Hoy, esta dimensión incluye tres indicadores: apoyo y participación social, trato igualitario y seguridad. Se plantea agregar un cuarto, conectividad digital, para reflejar la creciente importancia del acceso a redes y dispositivos en actividades como estudiar, trabajar, gestionar beneficios o mantener vínculos personales. De este modo, se reconoce que la brecha digital constituye también una forma de carencia.
Como toda herramienta, esta propuesta de medición no está exenta de limitaciones, en particular, depende de la disponibilidad de información. No obstante, resulta necesaria porque responde a las prioridades sociales, facilita el diálogo con la política pública y recoge las percepciones ciudadanas sobre los problemas más urgentes. Disponer de un instrumento más pertinente y ajustado al contexto actual permite reconocer dimensiones de la pobreza que antes quedaban fuera del diagnóstico. Por tanto, su actualización ayudará al Estado a orientar políticas más inclusivas, profundizar la comprensión del fenómeno y abordar nuevas formas de exclusión.
Por Emmanuelle Barozet, comisionada, investigadora COES Dpto. de Sociología, U.de Chile y Alejandra Abufhele, comisionada, investigadora COES, Escuela de Gobierno UAI.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.